domingo, 12 de febrero de 2012

¿Una historia de amor imposible?

            Estos días, el claustro de la colegiata de Santa María de Borja está de actualidad, como consecuencia de la terminación de la restauración de una de sus alas. Ahora, se trabaja ya en la preparación de una nueva fase en la que se actuará en la panda donde se sitúa la capilla del Baptisterio.





            La que no podrá ser abierta será el ala contigua a la nave del templo ya que, en diferentes épocas, se construyeron allí una serie de capillas que le confieren un aspecto singular, presidido por la capilla del Santo Cristo. Muchas de ellas fueron edificadas por las diferentes cofradías, en el siglo XVII. Pero hay otras que fueron propiedad particular. Una de ellas es la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, que también se llamó de las Angustias, y está el centro de ese tramo.




            Fue propiedad de D. Jerónimo Gil de Tierga hasta que, en 1650, fue adquirida por los Lázaro, cuyas armas aparecen en su embocadura. Esta familia tuvo su continuidad en la actual familia Ojeda.




            La capilla es una de las más interesantes de la colegiata y, junto con su decoración, destaca en ella el retablo manierista que, para Javier Delgado, podía ser considerado una de las joyas de Santa María. Todavía no se ha efectuado un estudio riguroso de este conjunto, aunque Alberto Aguilera está trabajando en ello.
            Pero, además, en el pavimento del recinto existe una lauda sepulcral sobre la que queremos llamar la atención, pues suele pasar desapercibida.




            En ella figura una inscripción en latín, en la que se lee: Quos vivos una domus simul coniungere nequit, extinctos potuit claudere mors tumulo, cuya traducción, más o menos libre, es: “A los que vivos no fue posible unir en una misma casa, la muerte pudo encerrarlos en la tumba”. Encima aparece la fecha de 1620, anterior por lo tanto al momento en el que los Lázaro se hicieron cargo de la capilla.
            No sabemos, por ahora, el significado exacto de este epitafio. Algunos consideran que hace referencia a que allí reposan los restos de dos familias diferentes. Sin embargo, los más románticos aventuran la posibilidad de que guarde relación con una historia de amor imposible, en vida, cuyos protagonistas terminaron reuniéndose en esa misma sepultura, tras la muerte.
            Merece la pena investigar sobre este curioso asunto sobre el que, por el momento, no podemos aportar más datos. Tan sólo darlo a conocer como testimonio de esas pequeñas historias que encierran muchos de nuestros monumentos.

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