martes, 8 de enero de 2013

El Patrimonio Artístico de Fréscano



            Fréscano es una localidad que posee un rico conjunto patrimonial que, en los últimos años, ha sido objeto de especial atención por parte de las autoridades locales. Históricamente fue un señorío secular y ya, en 1162, aparece citado, en la carta puebla de Vera de Moncayo, “Don Matalon, senior de Frescano”. Especial relevancia alcanzó con los vizcondes de Evol, durante los siglos XVI y XVII. Tras la extinción de esta casa se suscitó un largo contencioso entre las de Híjar y Villahermosa por la sucesión en la baronía de Fréscano. Por sentencia arbitral de 1686, pasó a los duques de Villahermosa que la retuvieron hasta el siglo XIX.




            Como en otras localidades de la comarca, la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Pilar, forma un espectacular conjunto con el palacio contiguo. , como en el caso de Bureta, es un edificio construido en mampuesto con franjas de ladrillo que tiene planta de cruz latina de cuatro tramos que se cubre con bóveda de lunetos. En el crucero, cúpula ciega sobre pechinas sin tambor. Tiene capillas entre los contrafuertes que se abren a la nave por medio de arcos de medio punto entre pilastras adosadas. No están comunicadas entre sí. Tiene coro levantado sobre un arco rebajado. A los pies del templo, en el lado del Evangelio se alza la torre de planta cuadrangular de las mismas características constructivas que el resto del edificio. Sobre ella se levantó posteriormente el cuerpo de campanas, de planta octogonal, todo él de ladrillo. Todo el conjunto de la iglesia puede ser fechado a mediados del siglo XVII.



            El palacio fue mandado construir, en el siglo XVI, por los vizcondes de Ébol, y puede ser considerado uno de los más destacados monumentos de la comarca, siendo, por sus dimensiones y características constructivas, un ejemplo singular de la primera etapa del Renacimiento en Aragón. A su interés monumental se une el valor histórico derivado del hecho de que, en este lugar, se celebraron los esponsales de Juan II de Aragón, el padre de San Francisco de Borja, que contrajo nuevas nupcias con la hermana de su amigo el vizconde de Ébol. Por otra parte, en el siglo XVII, el palacio fue escenario de la creación de una famosa tertulia literaria en la que participaron distinguidos eruditos de la época, durante la temporada estival.




            El edificio, situado al lado de la iglesia parroquial es de planta rectangular y con torreones en sus ángulos. Fue construido en ladrillo, a comienzos del siglo XVI y se conoce que, en algunas de sus fases intervino el alarife mudéjar borjano Antón de Veoxa, aunque el trazado definitivo del mismo responde a un proyecto de un  arquitecto de más entidad, impregnado del espíritu renacentista.



La sencillez de su fachada exterior no permite imaginar el esplendor que tuvo su patio central. Éste se levantaba sobre columnas de piedra compuesta de basa, fuste liso y capitel corintio, sobre las que apoyaban canetes de madera labrados que soportaban las grandes vigas de madera que formaban la cubierta de esta planta.




Desde el patio y  a través de un arco de medio punto rebajado se accedía por una escalera monumental a la planta noble. En ella destacaba una hermosa galería de arcos de medio punto sobre columnillas de características similares a las de la planta baja, aunque mucho más finas. Entre ellas, antepechos de ladrillo. El alero era de canetes renacentistas en forma de volutas. En el ala paralela a la plaza los arcos eran todos de ladrillo, mientras que en la lateral izquierda se habían perdido. Se habían conservado los grandes salones.



Lamentablemente, de aquellos testimonios de su pasado apenas queda nada. El propietario de la parte más importante del edificio, destruyó las arquerías ofreciendo ahora el aspecto que puede apreciarse en la imagen superior.




            Sin embargo, el ayuntamiento  de  la localidad  que ha  accedido a la  propiedad de otra parte, ha acometido la rehabilitación de la misma y ha recreado el aspecto de la antigua arquería. Allí se instalará, en el futuro, el Centro de Interpretación del yacimiento de Burrén, al que haremos referencia más adelante.    



              La ermita de Nuestra Señora de la Huerta es otro de los grandes monumentos de nuestra zona, declarado Bien de Interés Cultural. Situada extramuros de la localidad, en su origen fue la iglesia parroquial de la comunidad cristiana de Fréscano. Los musulmanes siguieron utilizando la mezquita ubicada en el casco urbano que, tras su conversión forzosa a comienzos del siglo XVI, se transformó en una iglesia dedicada a San Felipe.
         Es probable que la construcción de la ermita se remonte al siglo XII. En aquellos momentos era un edificio de planta única con un ábside semicircular que apareció en las excavaciones realizadas durante la restauración. Inicialmente pudo cubrirse con una cubierta de madera a dos aguas, aunque el ábside era lógico que tuviera una cubierta de horno.





           Posteriormente, se le dotó de la cubierta de medio cañón, ligeramente apuntado, que ha llegado hasta nuestros días. En el siglo XV, se levantó una capilla dedicada a la Magdalena en el muro norte que se cubre con bóveda de crucería simple cuyos nervios se apoyan sobre sencillas ménsulas. La reforma más importante tuvo lugar en el siglo XVI cuando se derribó la cabecera y se construyó un nuevo presbiterio de mucha mayor altura que el resto del templo y con una bóveda renacentista de crucería estrellada.



          Exteriormente, destacan los canetes sobre los que forman el alero, con decoración de rollos y con restos de policromía en alguno de ellos. Lo más sorprendente es que, a pesar de su apariencia de piedra, el análisis petrológico que fue realizado ha demostrado que son de hormigón moldeado. En el hastial se sitúa la puerta de acceso al templo que es abocinada. Sobre ella, un óculo y como remate de la fachada la espadaña.
            El interior, como se ha señalado, es de nave única dividida en cuatro tramos por tres arcos fajones. En el último tramo hubo un coro que se derribó durante la restauración; también se eliminó la verja de hierro que cerraba el espacio inferior. 



 Pero el mayor interés de este templo radica en la excepcional decoración pictórica que se había mantenido bajo las capas de cal que la recubrieron durante siglos.
Se trata de un conjunto que puede ser datos en el siglo XIII, en el que destaca el calendario que decora el intradós del primer fajón. Los distintos meses aparecen representados, de manera simbólica, por faenas agrícolas o tareas relacionadas con los mismos.



 En el primer tramo y rodeado por la característica mandorla aparece Cristo, como Cordero Pascual sobre el libro de los siete sellos, rodeado por los cuatro vivientes y los coros angélicos, tal como lo describe el Apocalipsis de San Juan. Un descubrimiento importante realizado en el tercer tramo ha sido la de una representación del Anástasis, el momento en el que Cristo, vencedor ya de la muerte, desciende a los infiernos, como nos indica el Credo, para rescatar a las almas de los justos. En Fréscano, aparece tomando de su mano a Adán, mientras en torno suyo, figuran los grandes personajes del Antiguo Testamento.



           El Ayuntamiento de Fréscano ha sido uno de los más activos de Aragón a la hora de salvaguardar su patrimonio, mediante las competencias que le otorga el artículo 25 de la Ley del Patrimonio Cultural Aragonés. En primer lugar, declaró “monumento de Interés Local” el conjunto de la iglesia y palacio, pues no gozaban de ningún de tipo de protección, lo que facilitó su destrucción. Al mismo tiempo hizo lo mismo con el llamado “acueducto”, construido para una de las acequias existentes en el término municipal. 



         Posteriormente, lo fueron los edificios construidos en el siglo XX para la elevación de las aguas de riego de Fréscano y  para elevación de las aguas de Agón y Bisimbre.



          En este último se ha instalado un Centro de Interpretación en el que se pueden ver las antiguas bombas restauradas y una serie de paneles explicativos sobre el uso del agua en la zona. 



         Fréscano cuenta, asimismo, con cuatro yacimientos de la I Edad del Hierro, declarados Bien de Interés Cultural: El Morredón, El Solano, El Alto de la Cruz y el de Burrén y Burrena. 




         En este último, situado en dos característicos cerros de forma cónica, se ha creado un interesante Parque Arqueológico del que nos hemos ocupado en varias ocasiones en este blog y en el que nuestros lectores podrán encontrar amplia información. Puede ser concertadas visitas guiadas al mismo y son numerosos los grupos de escolares que acuden a él, atraídos por la recreación de diversos elementos de la cultura de la I Edad del Hierro y la posibilidad de realizar diversas actividades, como el tiro con arco, el recorrido del sendero botánico o la identificación de huellas de animales en otro itinerario. 



         Como complemento del mismo, existe un Centro de Interpretación muy bien montado con maquetas y vitrinas en las que se explican las características fundamentales de esa cultura. El centro está instalado, provisionalmente, en un edificio contiguo a la iglesia, aunque su ubicación definitiva será en el ala del palacio rehabilitada por el ayuntamiento de Fréscano. 









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