lunes, 22 de abril de 2013

El lavadero de Ambel



            Aprovechando sus Jornadas Culturales, volvemos de nuevo a Ambel. En esta ocasión para tratar sobre su antiguo lavadero y lo hacemos con las aportaciones de Guillermo Carranza, de Enrique Lacleta y de Pedro Domínguez. El primero de ellos elaboró una completa ficha del mismo con destino al trabajo que está realizando sobre hidráulicas en la cuenca alta del Huecha. A Enrique y Pedro también les llamó la atención y lo fotografiaron durante la marcha senderista Escornabueyes. 




            Está situado a la entrada de la población y tiene forma rectangular, de 15 metros de largo por 6,50 de ancho, con un pequeño anexo, al que nos referiremos después, ocupando una parcela de 99 metros cuadrados.



            Fue construido en 1931 sobre la acequia de Morana que le proporciona el agua necesaria. Ese lugar ya era utilizado, anteriormente, para el mismo fin, como puede atestiguarse en los planos parcelarios de 1920.



            En 2007, fue rehabilitado como ha ocurrido en otras localidades de nuestra zona, aunque estas construcciones no cumplen ya el cometido para el que fueron levantadas. En este caso se reemplazó la cubierta que, en la actualidad, es de viguetas prefabricadas de hormigón, con vertiente hacia el noreste.



            Se abre hacia el levante con tres pilares sobre los que se apoya la cubierta. La zona de lavado está placada con lajas de arenisca roja de Tabuenca, colocadas al nivel de la acequia, por lo que era preciso lavar “de rodillas”. Por eso, para facilitar el trabajo, se dispuso un hueco, en el lateral abierto, que permitía hacerlo de pie.



            El anexo al que hacíamos referencia anteriormente es un pequeño espacio destinado a retrete, algo poco habitual en este tipo de instalaciones. Hoy puede resultarnos sorprendente este modelo de evacuatorio que, sin embargo, era el habitual en muchas viviendas, hasta mediados del siglo XX. Estaban constituidos por una simple bancada en la que se abría un orificio, con tapadera de madera, que vertía al corral o, como en este caso, a la acequia, después de atravesar la zona de lavado. Para facilitar la ventilación, en este caso vemos que dispone de un vano con una tosca celosía.
            El lavadero formaba parte de un complejo hidráulico dependiente de la acequia antes citada que estaba integrado por una balsa de reserva de agua y dos abrevaderos, todo ello ya abandonado.





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