jueves, 2 de mayo de 2013

Las neveras de Borja en Talamantes



            A partir del siglo XV y, de manera especial, durante los siglos XVI y XVII, se popularizó el consumo de nieve entre la población. A ello contribuyeron los tratados médicos de la época que lo prescribían como remedio terapéutico, pero también tenía otros usos como el de conservante del pescado, la fabricación de refrescos o, incluso, la mejora del confort en época estival.
            Para atender a esta demanda se estableció un sistema de producción y distribución que solía ser concertado por los ayuntamientos con asentistas especializados. 




            Para garantizar el suministro existían puntos de recogida de nieve en las montañas y neveras en las proximidades de las ciudades, en las que se almacenaba para su venta a los interesados.



            En las montañas la nieve era recogida en depresiones naturales o en los llamados “pozos de nieve”, construidos con ese fin, mientras que los depósitos urbanos eran construcciones en piedra o ladrillo, cubiertas con diferentes tipos de bóveda, de las que se conservan algunos ejemplares como los de Alberite de San Juan y Ambel,  de los que nos hemos ocupado ya en este blog.



            Últimamente, Guillermo Carranza ha estado visitando las neveras que Borja tuvo en el término municipal de Talamantes. Hay que recordar que, según se hacía constar en las Ordinaciones de esa época nuestra ciudad era “señora en propiedad de los límites de dicho lugar de Talamantes”. De ahí que tuviera neveras en sus montes, comercializando su producción e impidiendo que los vecinos pudieran construir otras, salvo una para uso exclusivo de ellas. También las tenía neveras en otros lugares como Añón. Todavía en los mapas queda constancia de las mismas.



            Los restos de las mismas, encontrados por Guillermo Carranza, se sitúan en torno a La Tonda y de ellos se deduce que estos “pozos de nieve” presentaban características comunes, en cuanto a dimensiones, sistemas y materiales constructivos.



            Estaban construidas en tierra, aprovechando una ladera del monte, en la parte alta de los barrancos y con forma troncocónica. La imagen superior corresponde a uno de los tres que existieron en Valdeladrones.



Se cerraban con una gran mota de tierra, de entre 4 y 6 metros,  para formar un círculo de unos  20 metros de diámetro. La base de cada pozo solía tener unos 3 metros de diámetro y en alguno de ellos  quedan restos de piedras sueltas que remataban el borde del mismo a modo de corona.



Todos ellos estaban orientados hacia el este, por la menor incidencia de los efectos del sol en el pozo. Junto a los mismos aún se conservan restos de una  construcción arruinada de piedra seca que servía de almacén para los materiales y herramientas que se utilizaban en el acopio de la nieve y la fabricación de hielo, así como para dar cobijo a los trabajadores y los animales de carga.




En la zona alta del barranco de Valdeparberos, situado en la ladera este de la Tonda existe otro pozo, situado a 1.250 metros de altitud, junto al cual se conservan los restos de un corral de piedra.




Este es otro pozo situado en el barranco de Valdeimperio que había permanecido casi oculto por las encinas que lo ocupaban y que ardieron en el incendio del pasado verano. También disponía de un corral de piedra, como puede apreciarse en la segunda fotografía.




Finalmente, ha localizado otro en la ladera este del Alto de Hoyanco, a la izquierda del barranco de Valdetreviño, a 1.280 metros de altitud. En este caso, muy alterado por los pinos de repoblación que fueron plantados en su interior y ahora quemados. Junto al mismo se aprecian también restos de construcciones.



Sería factible en estos momentos, en los que se está procediendo a la retirada de los árboles afectados, intentar recuperar los “pozos de nieve” y recuperar algún habitáculo de piedra seca, ofreciendo un nuevo atractivo a los senderistas que recorren estos parajes de nuestra comarca. En otras localidades se ha hecho con gran éxito y, en nuestro caso, merece la pena intentarlo, dada la belleza de estos lugares, a pesar de los daños ocasionados por el terrible incendio al que hemos hecho referencia.
Queremos agradecer, de manera muy especial, el esfuerzo realizado por Guillermo para ofrecernos estas hermosas imágenes y todos los datos referidos a estas muestras olvidadas de la arquitectura popular. 










1 comentario: