miércoles, 19 de junio de 2013

Obras en nuestros museos: La Edad del Bronce en la Muela de Borja


En nuestro recorrido por las instalaciones del Museo Arqueológico de Borja, de la mano de D. Isidro Aguilera, vamos a detenernos hoy en la vitrina nº 3 que, junto a la nº 4, está dedicada a la Edad del Bronce. La particularidad de esta tercera vitrina es que hace referencia a una serie de importantes yacimientos de esa cultura que se agrupan en la unidad geográfica que conocemos como la Muela de Borja.




A partir de los asentamientos al aire libre y en cuevas que se implantan durante la etapa anterior, el Calcolítico, se produce una densa ocupación del territorio durante la Edad del Bronce (1800-900 a.C.) que afecta a todos los rincones del mismo. Pero entre nosotros se detecta un fenómeno llamativo que es la agrupación de casi un centenar de asentamientos en la Muela de Borja, lo que constituye un fenómeno singular dentro de la Arqueología prehistórica. La existencia de algunas cuevas en los escarpes calizos, la abundancia de manantiales y la disponibilidad de tierra llana y fértil en los Rasos y plataformas intermedias, debieron de ser las causas que propiciaron esta densidad. 



A partir del yacimiento de Moncín que ya está habitado en el 2500 a.C. se desarrollan una serie de pequeñas aldeas, o veces simples campamentos de agricultores cerealistas y de pastores de ovejas, cabras, toros y caballos, cazadores de ciervos y linces, que poco a poco van decayendo hasta quedar reducidos otra vez al núcleo originarios de Moncín, para desaparecer definitivamente entre el 1000 y el 900 a.C. La causa de su declive hay que buscarla en una sobreexplotación de su medio natural agravado por un empeoramiento del clima (más seco y frío) unido a un cambio en las estructuras sociales  escala continental las que no pudieron adaptarse los habitantes de la Muela de Borja.



En la vitrina podemos ver una selección de objetos arqueológicos que resume la cultura material de los poblados de la Edad del Bronce de la Muela de Borja. En la parte de atrás podemos admirar una serie de cuencos, una olla y un trozo de tinaja en cerámica hecha a mano, típica de aquella época. También podemos ver los útiles  hechos de hueso con punzones, botones y sierras, así como la existencia de una sencilla metalurgia del bronce de la que podemos observar punzones y el correspondiente molde de fundición de piedra para su fabricación, y un fragmento de cuchillo. 



A pesar del conocimiento del metal, estas gentes siguieron utilizando la piedra tanto en su vertiente pulimentada de la que hay una nutrida muestra de hachas, azuelas y cinceles, como tallada en sílex. En piedra tallada sus principales industrias fueron las puntas de flecha de variadas formas y tamaños y los dientes de en forma de sierra, con los que montaban hoces sobre mangos de madera, básicas para su economía cerealista.



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