sábado, 24 de agosto de 2013

II Centenario de la capitulación del castillo de Mallén


            En el lugar donde ahora se levanta esa urbanización circular que aparece en la imagen superior, se alzó el castillo de Mallén, una importante fortaleza construida por la Orden de San Juan de Jerusalén que fue propietaria, hasta el siglo XIX, de esta villa, cabeza de la primera encomienda hospitalaria que tuvo en Aragón. Por su ubicación el castillo fue un elemento de gran importancia estratégica dentro del sistema defensivo de la frontera aragonesa en esta zona.
            Durante la Guerra de la Independencia, la plaza fue ocupada por los franceses que establecieron una pequeña guarnición militar en el castillo. En 1812, estaba integrada por 22 infantes del 10º Regimiento de Línea, mandados por el teniente Seurre. El 10 de agosto de ese año, llegó a Borja el coronel D. Ramón Gayán, uno de los mandos más destacados de las fuerzas españolas surgidas en la campaña. Nacido en Paniza, en 1772, Gayán era un acomodado propietario que había creado la Compañía de Tiradores de Cariñena que sirvió de base para la formación del Batallón que, con el empleo de Coronel, mandó durante el resto de la guerra.


            Cuando llegó a nuestra ciudad, esa unidad estaba integrada por 1.000 infantes y 100 caballos, a los que tuvieron que sumarse, con carácter forzoso, todos los borjanos mayores de 20 años y los albañiles que ejercían aquí su profesión. Su propósito era tomar el castillo de Mallén, al que puso sitio el 11 de agosto de 1812, iniciando la construcción de una mina que fue volada el día 21 de agosto, logrando abrir una brecha de cuatro metros en la muralla, por la que se lanzaron las fuerzas españolas, siendo heroicamente rechazadas por los franceses, a pesar de que la explosión les había ocasionado un muerto y tres heridos, dejando contusionados a los restantes. Ante el fracaso del asalto, Gayán desistió de su empeño y se retiró a Borja, donde fue obsequiado con una gran comida y baile en la Casa Consistorial, a pesar de que otro destacamento francés seguía resistiendo en el fuerte del convento de capuchinos.


       
     Aunque la guarnición francesa en Borja capituló en octubre de 1812, el castillo de Mallén siguió resistiendo, sin esperar ayuda exterior. El 1 de julio de 1813, llegó a esa localidad la División de Navarra, mandada por D. Francisco Espoz y Mina, intimando la rendición del castillo que fue rechazada por el teniente Seurre. Inmediatamente se inició el sitio que, en esta ocasión, contó con el apoyo de artillería que sometió al castillo a un intenso bombardeo.
            A pesar de su comprometida situación, los franceses resistieron durante 53 días. Durante el cerco, se decidió forzar la capitulación con una nueva mina para cuya construcción fueron llamados todos los albañiles de la comarca. 


  
          Finalmente, a la una de la tarde del 23 de agosto de 1813, fue izada la bandera blanca en la torre del castillo y, tras formalizarse la rendición, la reducida guarnición francesa que había protagonizado una de las páginas más heroicas de la contienda, para sus armas, fue conducida a una casa de la localidad, antes de ser llevada al puerto de Motrico, donde embarcaron con destino al Reino Unido, donde permanecieron cautivos.
            En uno de los libros de la parroquia, su regente D. Andrés Aspás, dejó la anotación que reproducimos arriba, en la que afirma que la rendición tuvo lugar el día 22, tras 51 días de asedio. Al margen de estas pequeñas discrepancias, en cuanto a las fechas, lo cierto es que la toma del castillo de Mallén, requirió el empeño de numerosas fuerzas españolas, lo que da idea de la resistencia ofrecida por los franceses y de la solidez del castillo para resistir durante un largo asedio.



            Recientemente, se conmemoró en Mallén este acontecimiento histórico con la participación de la Asociación Cultural “Voluntarios de Aragón” que preside D. Luis Sorando, cuyos miembros desfilaron por el interior de la urbanización que se ubica en el lugar que ocupaba el antiguo castillo y donde el Sr. Sorando evocó aquellos acontecimientos.



            Seguidamente fue descubierta una pequeña placa en la que se indica que el castillo, símbolo de Mallén durante siete siglos, “fue destruido por los avatares de la Guerra de la Independencia el 24 de agosto de 1813”.
            Sin embargo, este texto puede inducir a error, pues la decisión de derruirlo fue tomada por el propio Espoz y Mina cuando los franceses ya habían capitulado, con el propósito de que no pudieran volver a ocuparlo en el futuro. Para ello, dejó como comisionado para la demolición a D. Ramón Elorrio. Los trabajos fueron llevados a cabo, durante muchas semanas, por los propios habitantes de Mallén, aunque también fue recabada la ayuda de todas las localidades próximas. Al ayuntamiento de Borja le pidieron el envío de 10 hombres cada día, solicitud que fue rechazada por no haber sido tramitada a través de los cauces reglamentarios que, en opinión de los munícipes borjanos eran la Diputación Provincial, el Jefe Político de la provincia o el Intendente de Aragón.




            En cualquier caso, al cabo de un tiempo, del castillo no quedaban sino los cimientos y algunas de sus venerables piedras que aún pueden verse en algunos lugares de la villa. 



            Ignoramos, por lo tanto, las características arquitectónicas del monumento, aunque cuando se decidió construir allí la actual urbanización, se hubiera podido aprovechar la ocasión para realizar catas arqueológicas que hubieran proporcionado, probablemente, una idea de su planta y algunos testimonios.



            Queremos agradecer a D. Guillermo Carranza y a D. Tomás Ezpeleta el envío de las fotografías que ilustran este artículo.

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