jueves, 5 de septiembre de 2013

Un mártir relacionado con Borja


            El pasado día 5 de julio S. S. el Papa Francisco autorizó a la Congregación para las Causas de los Santos la publicación de cuatro decretos, correspondientes a mártires del siglo XX en España, que con los ya publicados anteriormente hacen un total de 522 mártires que serán beatificados en Tarragona, el domingo 13 de octubre de 2013. La ceremonia que tendrá lugar con ocasión del Año de la Fe  es la mayor de las celebradas hasta ahora. Entre los nuevos beatos se encuentran varios religiosos claretianos asesinados en Sigüenza y Fernán Caballero, uno de los cuales está especialmente relacionado con Borja. 




            Se trata de Antonio Lasa Vidaurreta, nacido en Loizu (Navarra) el 28 de junio de 1913. Era hijo de Miguel Lasa y de Josefa Vidaurreta, un matrimonio de profundos sentimientos religiosos que tuvieron cinco hijos. El mayor, Félix, fue médico; Eduardo que ingresó como Abogado del Estado y desempeñó importantes cargos en la Administración; Antonio, el nuevo beato; Higinio que, como heredero único, quedó a cargo de la hacienda familiar y contrajo matrimonio en nuestra ciudad; y Fermín, el menor, que fue militar.



            Periódicamente, visitaban Erro, cabecera del valle al que pertenece Loizu, unos misioneros que, con sus charlas, despertaron la vocación religiosa de Antonio quien, al cumplir los once años, fue admitido como postulante en la casa que la Congregación de Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos popularmente como misioneros claretianos, tenían en Santo Domingo de la Calzada. 



            De allí pasó a Salvatierra, donde realizó el noviciado y, posteriormente, a Beire para cursar los tres años de Filosofía. Los estudios de Teología los hizo en Santo Domingo de la Calzada pero, al terminar el tercer curso, obtuvo permiso para pasar a la provincia claretiana de Bética, cuyo teologado estaba en Zafra, adonde llegó en 1935. Las circunstancias del momento aconsejaron el cierre de la casa, pasando los alumnos a la casa de Ciudad Real, donde les sorprendió el inicio de la Guerra Civil.
            El 23 de julio de 1936, el edificio fue incautado por las milicias populares y los estudiantes tuvieron que refugiarse en el convento de carmelitas de esa ciudad. Allí les fue comunicada por el propio Gobernador Civil, su condición de detenidos, sin explicarles las razones de esa decisión. Finalmente, unos días después fueron autorizados a trasladarse a Madrid, con los salvoconductos que les fueron facilitados.



            En la estación de Ciudad Real la multitud congregada intentó impedir que subieran al tren los 14 alumnos claretianos, con gritos de “¡No los dejéis marchar! ¡Son frailes! ¡Matadlos!”. Finalmente, el convoy se puso en marcha, pero en la siguiente estación que era la de Fernán Caballero, el tren fue asaltado y los 14 jóvenes fueron asesinados en el mismo andén. 



            Uno de ellos era Antonio Lasa Vidaurreta que tenía en esos momentos 23 años recién cumplidos. Curiosamente, su nombre figura en las lápidas de los caídos de Borja que hoy se conservan en el Cementerio Municipal, aunque no había nacido aquí ni llegó a visitar nunca nuestra ciudad.
            Ello se debe a que al quedar viuda su madre, en 1927, se trasladó a vivir a Borja con todos sus hijos, salvo Antonio que, como hemos señalado, había ingresado en la congregación de los claretianos tres años antes. Aquí contrajo matrimonio su hermano Higinio, con Ana Bonel, y en Borja está enterrada su madre y Celestino Itoitz con el que se casó en segundas nupcias y ejerció como padre de los niños. 



Los restos de Antonio Lasa y sus compañeros mártires fueron inhumados, inicialmente, en el cementerio de Fernán Caballero. Al finalizar la guerra fueron trasladados al panteón que los claretianos tenían en Madrid y, en 1950, se llevaron a la parroquia del Inmaculado Corazón de María de la capital de España. Finalmente, en febrero de este año, llegaron a la parroquia de San Antonio María Claret de Sevilla, donde recibirán culto, tras la ceremonia de beatificación en la que estará presente su familia borjana. Con este nuevo beato son ya dos las personas, relacionadas con nuestra ciudad, que han alcanzado la gloria de los altares.

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