miércoles, 29 de octubre de 2014

Neveras de Añón II



            Continuando con el artículo de ayer, hoy vamos a dar a conocer un conjunto de neveras, localizadas por Guillermo Carranza Alcalde, en el barranco Pigallo que llega hasta las cuevas de Añón; un lugar al que los habitantes de ese municipio conocen con el nombre de “Umbría de las neveras” u “Hoya de las neveras”. 



En la parte alta de ese barranco, entre 1.500 y 1.525 metros de altura, se encuentra un conjunto de tres pozos o neveros, apenas separados 30 metros, pero con unas características constructivas diferentes. Todos ellos tienen orientación Noreste y ocupan el fondo del barranco.





            El que denominaremos con el nombre de “Nevero Pigallo I” es el que está situado a mayor altura. Por su forma, no es un nevero al uso. El muro de piedra de contención es recto. Tiene 10 metros de longitud y 2 de altura, aunque la original sería mayor; además este muro continúa por los laterales varios metros más. Actualmente, toda su superficie está plantada con pinos de repoblación que han deteriorado mucho la construcción original.




Unos metros más abajo, junto a una pequeña senda que sube por la ladera desde el camino forestal, se encuentra el que denominamos “Nevero Pigallo II”. Se trata de un pequeño pozo de 5 metros de diámetro, totalmente revestido de piedra seca, pero casi cubierto por la tierra y la maleza. Es similar a los dos pozos pequeños de Borja, que también están revestidos de piedra y tienen las mismas dimensiones.




Justo encima del camino forestal y en un ligero saliente, se encuentra el denominado “    Nevero Pigallo III”. Sigue los cánones tradiciones constructivos en el Moncayo, pero está muy deteriorado. Tiene un diámetro de unos 15 o 16 metros, con una faja de piedra seca de un metro reforzando la pared lateral. También aquí, la  vegetación lo inunda todo y no se aprecia muy bien.
Queda por determinar el sistema de comercialización de la nieve procedente de estos pozos. Guillermo Carranza señala que en la conservada, en relación  con pleitos de aguas del siglo XVIII, se le atribuye al comendador de la encomienda de la Orden de Malta de Añón la propiedad de una “casa de la nieve” situada en el entorno urbano de esa villa. Es evidente que el origen de esa nieve que allí se guardaba para su distribución podría ser de estos pozos. No obstante, en un artículo publicado el pasado año, dimos a conocer datos sobre las discrepancias suscitadas entre Borja y Añón por la utilización de los pozos que eran de la ciudad, aunque se autorizó la construcción de uno para uso y disfrute de los de Añón.  
Los pozos que ahora damos a conocer, junto con los anteriores, no fueron los únicos existentes, pues como nos señala Guillermo Carranza, en la cartografía antigua de Añón (1923), la toponimia delata un par de lugares más donde también existieron pozos de nieve dentro de su término municipal. Concretamente, en el collado de las Neveras, hoy llamado collado de la Era, situado junto a las Peñas de Herrera de Talamantes. También hay referencias de otros situados en la loma de la Majada Baja, la parte alta del barranco de Morana en el que nace la “fuente del Ojo” y el río Huecha, junto al collado del Muerto y el Prado de la Herrería. Esperamos que el incansable trabajo de Guillermo, no exento de riesgos físicos, le permita localizar restos de esas construcciones y que, en un futuro próximo, pueda terminar la obra que está preparando sobre construcciones relacionadas con el agua en la cuenca alta del Huecha.  

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