martes, 11 de noviembre de 2014

La boda de los cabezudos de San Bartolomé



            En un reciente artículo sobre los cabezudos de la cofradía de San Bartolomé de Borja, hicimos referencia a la adquisición de los dos primeros, el “Napoleón” y la “Jauta” y a su supuesto bautizo en la década de los años 50 del pasado siglo.

            Ahora, D. Fernando Castellot Lamelas nos ha remitido el impreso que reproducimos con el “Pregón festero” que el 23 de agosto de 1957 pronunció D. Emilio Alfaro Lapuerta, Cronista Oficial de la ciudad, que aclara definitivamente el asunto de esos primeros cabezudos.





            Lo ocurrido en 1957, no fue bautizo sino la boda del “Berrugón”, como se llamaba entonces al “Napoleón” con la “Jauta”, oficiada por D. Agustín Aperte, que ya no era alcalde:

            “Aperte, ese gran Aperte
            va a ejercer, si no se rajan,
            de juez en un matrimonio,
            que será la carcajada:
            La boda de Berrugón,
            con la mismísima Jauta.”

            D. Agustín era veterinario en Borja y fue el impulsor de numerosas iniciativas, de corte populista, por aquellos años. Autor de la letra de zarzuelas tan conocidas como “La Romería” y “La Morena”, a la que haremos referencia próximamente, introdujo aquí las peñas, durante las fiestas. La primera estuvo instalada en los bajos de un pequeño edificio que se encontraba donde ahora se levanta la sucursal del BBVA, así como los encierros. También fueron famosos sus programas en la primera Radio Moncayo, así como los artículos que publicaba en los medios locales con curiosos seudónimos.



            Por su parte, D. Emilio Alfaro Lapuerta fue un personaje singular que mereció ser nombrado Cronista Oficial de la ciudad, el primero de los que recibieron esta dignidad, pues como tal era entendida.
            Sobrino del poeta Emilio Alfaro Malumbres, otro de los grandes mitos locales, supo captar, como nadie, la expresión más vibrante del sentimiento borjano, especialmente a través de sus pregones, cuyas estrofas eran memorizadas con gran entusiasmo. Los de más edad recordarán las de uno de ellos, mil veces repetidas:

            “Borjanos de ilustre cuna,
            labradores, artesanos,
            vecinos de San Francisco,
            del Cinto y calle Mayor,
            Santo Domingo y el Barrio.
            Todos, que, a fuer de leales,
            merecisteis desde antaño
            que un rey grande, D. Alonso
            os llamase ciudadanos…”

            Al recodarla, todos prescindían de la coma que sigue a “cuna” y se consideraban de “ilustre cuna”, llegando al paroxismo con lo de “os llamara ciudadanos”.
            Del mismo corte es este pregón que le encargó, para las fiestas de la cofradía de San Bartolomé, el Presidente de su Comisión de Festejos, D. Emilio Garriga. Su parroquia “sin par” “que hoy he venido a cantar en alas de mi emoción”, era de “labradores, espejos de lealtad, por los que Borja resiste en la pendiente fatal”. Eran los tiempos duros de la emigración, cuando cada semana se cerraban varias casas de la ciudad. Pero, a su vez, era “Parroquia de caballeros” en cuya pila bautismal “se cruzaron las estirpes de más glorioso historial” y aquí ya podíamos entrar todos.

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