jueves, 7 de enero de 2016

El Niño sentado en el belén del convento de Santa Clara


            Ayer celebramos la solemnidad de la Epifanía, el Día de Reyes, día de ilusión y regalos en todos los hogares, en recuerdo a los que los Magos llevaron a la casa de Belén hace más de 2.000 años.





            Siguiendo una antigua tradición, en el belén de Santa Clara, el Niño aparecía sentado, en actitud de bendecir, recibiendo los presentes de oro, incienso y mirra que le entregaron aquellos enigmáticos personajes, llegado de Oriente, cuyos cuerpos se veneran, desde 1164, en un espectacular relicario, el más grande de la Cristiandad, situado tras el altar mayor de la catedral de Colonia.




            En el caso del belén de las clarisas borjanas, ya comentábamos hace unos días al publicar la imagen del Niño Jesús que presidía el Nacimiento, desde el comienzo de estas fiestas, que el 6 de enero era reemplazado por esta otra en posición diferente aunque también con vestidos primorosamente bordados por las religiosas. No creemos que esta costumbre sea demasiado frecuente o al menos no conocemos otros casos cercanos.
            También, a las ocho la mañana de ayer, los miembros de la Coral “Vientos del Pueblo iniciaron su recorrido por las calles de nuestra ciudad, cantando la Aurora propia de ese día que, sin duda, es una de las más bonitas de las que se interpretan en Borja, acompañada con instrumentos propios de la Navidad.
            Es importante destacar la gran labor de la Coral en el mantenimiento de estas tradiciones que forman parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial, especialmente valiosa por el esfuerzo que requiere, venciendo en muchas ocasiones las inclemencias atmosféricas y la incomodidad del horario.
            No debemos perder tampoco otras tradiciones de nuestras fiestas a las que el recordado maestro D. Ramón Borobia Paños dedicó un pasodoble que forma parte del repertorio de la Agrupación Musical Borjana, “Campanas y cohetes”, Por eso, si las campanas no suenan y no se disparan cohetes, hasta la más brillante cabalgata queda incompleta.
            Y tratando de tradiciones tampoco debemos olvidar los roscones, con la “sorpresa “ que se inserta en su interior que, en su origen, era un haba, asociada a una costumbre arraigada en nuestra zona, como en otros lugares, a la fiesta del “rey del haba”, como nos recordaba un joven investigador de nuestro Centro. El niño que la encontraba era proclamado “rey” y recibía algunos regalos, en un sentido completamente diferente al que más tarde se le dio, de que quien encontraba la “sorpresa” pagaba un nuevo roscón.

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