viernes, 26 de febrero de 2016

La proclamación de Isabel II en Borja


           En el número LVII de nuestra revista Cuadernos de Estudios Borjanos publicamos un artículo de Diego Rodríguez Paz, sobre los dos retratos pintados por Dionisio Fierros que existen en nuestra ciudad, uno el del general D. Romualdo Nogués y el otro, aquí reproducido, de Isabel II que se conserva en el Salón de Reyes de la Casa Consistorial.

            El autor documentaba con precisión todas las vicisitudes de esta última obra que está fechada en 1859, cuando la soberana tenía 29 años. Ya, en su momento, nos planteamos la duda sobre el hecho, aparentemente anómalo, de que el Ayuntamiento de Borja tardara 26 años en encargar un retrato de la reina. Es cierto que, como ocurre en estos momentos, hay cierta demora a la hora de sustituir al rey o reina anterior por su sucesor, pero 26 años son muchos, sobre todo teniendo en cuenta que, en la preceptiva ceremonia de proclamación, debía figurar el correspondiente retrato.



            De manera casual, nuestras dudas se han disipado, cuando al revisar la colección de la Gaceta de Madrid, hemos encontrado en la correspondiente al 11 de enero de 1834 una crónica remitida desde Borja, en la que se relata la ceremonia que tuvo lugar el 9 de diciembre de 1833, con motivo de la proclamación de la reina niña.

            La franja negra que se advierte a la izquierda de la imagen que reproducimos corresponde a la orla negra que enmarcaba a la Gaceta, en señal de duelo por el reciente fallecimiento de Fernando VII, acaecido en Madrid el 29 de septiembre de 1833.
            Ese mismo día fue proclamada reina su hija Isabel II, que aún no había cumplido los tres años de edad, haciéndose cargo de la regencia su madre la reina Dª María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, cuarta esposa del difunto monarca.
            Inmediatamente, se cursaron órdenes a todas las ciudades con voto en Cortes para que, siguiendo la costumbre, se procediera a realizar en cada una de ellas la solemne proclamación.
            Este acto se había introducido en Aragón, tras la llegada de los Borbones y en Borja la primera ocasión en que se llevó a cabo, fue con motivo de la proclamación de Luis I. En el caso de Isabel II, los preparativos se demoraron hasta el 9 de diciembre y la forma en que se efectuó aparece sintetizada en la crónica que transcribimos:
            “La fidelísima ciudad de Borja, una de las de voto en Cortes en el reino de Aragón, dio cumplimiento al Real Decreto que manda proclamar a Doña Isabel II con toda la solemnidad que era de esperar de sus leales habitantes. En la mañana del 9 del pasado, un repique general de campanas anunció la función augusta que iba a celebrarse, y reunido el ayuntamiento con todas las autoridades y personas más distinguidas se dirigió en medio de un concurso numeroso de pueblo a la plaza Real y del Mercado, donde el alférez mayor y maestrante D. Josef San Gil levantó pendones por S. M. la Reina entre aclamaciones y vivas repetidos. El pueblo, a pesar del bullicio y contento a que se entregó durante la ceremonia, mostró su cordura y amor al orden, tanto en los regocijos públicos como en el acto de recoger las monedas de plata y cobre que desde los tablados se arrojaron.
            Dióse una abundante comida a los pobres de la ciudad y presos de la cárcel, en celebridad de tan fausto día, y por conclusión colocó el ayuntamiento el regio estandarte al lado del retrato de cuerpo entero de la Reina nuestra Señora con este verso de Virgilio a sus pies: Pacatumque reget patriis virtutibus orbem”.
            Es evidente, por lo tanto, que aquel día hubo un retrato de la nueva reina que, lógicamente aparecía representada como la niña que era entonces, por lo que tuvo que ser sustituido, años después, por un retrato acorde con la iconografía oficial.
            El verso que se puso a sus pies corresponde a la Égloga IV de las Bucólicas de Virgilio; en concreto, el verso 17 que traducido viene a decir “Con las virtudes patrias regirá a todo el orbe en paz”.
            El lugar en el que se llevó a cabo el acto nos plantea algunas dudas. Solía hacerse en dos plazas de la ciudad. Una fue, desde luego, la del Mercado pero en la crónica se habla de la “plaza Real”, denominación que no teníamos registrada hasta ahora para ningún espacio público. Podría tratarse de la actual plaza de España, aunque cabe la posibilidad de que se refiera a la misma plaza del Mercado.
            Respecto a la persona que tremoló el estandarte real, caben dos posibilidades. La primera es que fuera D. José San Gil David o su hijo D. José San Gil y Heredia que, desde 1831 era miembro de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza.
            También queremos destacar “la cordura y amor al orden” de que hicieron gala los ciudadanos de Borja, como se indica en la crónica, pues ponerse a lanzar monedas de plata a la multitud, no deja de ser una temeridad por parte de los regidores y lo extraño es que no se produjeran incidentes.

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