jueves, 21 de abril de 2016

Documento relacionado con el cardenal Casanova


            Acabamos de adquirir un interesante documento relacionado con el cardenal D. Vicente Casanova y Marzol, Hijo Predilecto de la ciudad de Borja, el cual viene a sumarse a otros recuerdos que conservamos de este ilustre purpurado.
            En este caso se trata de la licencia concedida, siendo obispo de Almería, a D. Vicente de la Fuente “abad en la diócesis de Tarazona”, para poder celebrar la Misa, predicar y confesar en el territorio de la citada diócesis de Almería.
            Este requisito era imprescindible para los sacerdotes que se desplazaban a otros lugares y se concedía por un tiempo determinado o, como se hace mención en este documento, expedido el 1 de septiembre de 1914, “por el tiempo de nuestra voluntad”.

            Ignoramos las circunstancias personales del beneficiario y las razones por las que viajó a Almería. Probablemente, está relacionado con el ilustre bilbilitano D. Vicente de la Fuente Condón, historiador y jurisconsulto destacado.




            Es curioso constatar que, al dorso del documento, figuran aquellos pecados que un sacerdote no podía absolver, sino que quedaban reservados al penitenciario, con facultad delegada del obispo. Son 16 los casos que se especifican, entre ellos los de hechicería, blasfemia pública, falso testimonio, agresiones entre parientes, homicidio, incesto, concubinato con clérigos y religiosos, sodomía, bestialidad, aborto, rapto, falsificación de moneda, agresiones a clérigos y otros especialmente llamativos como la provocación de incendios forestales o el de apropiarse de los alimentos destinados a los niños acogidos en los hospicios. 



            Asimismo nos permite recordar las armas que utilizaba como obispo, a través del sello impreso en el ángulo inferior derecho. Se trata de un escudo cuartelado, en cuyo primer cuartel figuran las armas de la ciudad de Borja, como homenaje a la ciudad que le vio nacer. En ellas, se disponen un  castillo, correspondiente al primer escudo que usó la ciudad,  con la flor de lis y el león rampante que le concedió Felipe V tras la Guerra de Sucesión, y la vaca que se introdujo en el siglo XVII.
            En el segundo cuartel, partido, figuran el león de Zaragoza y las cadenas de Navarra, aludiendo a su formación en el seminario de la capital aragonesa y a su participación en la última guerra carlista.
            En el tercer cuartel aparecen las armas de la ciudad de Alfaro de la que fue párroco, mientras que en el último cuartel se incluyen las que, en aquellos momentos eran las armas de Maluenda que, en realidad, estaban tomadas de las de la familia Ciria, de esa localidad.
            En escusón ovalado aparece la imagen de la Virgen del Buen Consejo, orlado con la leyenda “OPVS AETERNI CONSILII”, recordando su etapa como rector de la parroquia madrileña del mismo nombre. En jefe figura un escudete con el Sagrado Corazón de Jesús.
            Con ello pretendía recordar, junto al lugar de su nacimiento, aquellos otros en los que había ejercido su ministerio pastoral: Maluenda, Alfaro y Madrid.
            Está timbrado con galero de sinople (verde) con cinco borlas a cada lado, en tres órdenes (1,2,3) y llevan acoladas una cruz con un solo travesaño y la mitra y el báculo que se utilizaban hasta las nuevas normas dictadas por Pablo VI para el diseño de los escudos episcopales.



            Son las mismas que figuran en la fachada de la casa que construyó en Borja, para disfrutar de sus vacaciones de verano y que, tras su derribo, se exhiben el Museo de la Colegiata.



            Siendo ya cardenal, las modifico, disponiendo en el segundo cuartel la cruz de Alcoraz, en alusión a su origen aragonés, junto a las cadenas de Navarra.
            Asimismo, reemplazó en el cuarto las supuestas armas de Maluenda por la cruz de gules del escudo de Almería, sin la bordura; y como entado en punta, la granada que hacía referencia a la sede metropolitana de Granada que rigió hasta su fallecimiento.
            Como cardenal, las armas se timbraban con el capelo de gules (rojo) y 15 borlas a cada lado, en cuatro órdenes (1,2,3,4,5) llevando acolada la cruz de doble travesaño, propia de su condición de arzobispo.

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