viernes, 21 de octubre de 2016

Los cambios en el puente Clox


            En el archivo de la familia Ojeda se conserva esta fotografía del puente Clox, con un aspecto muy similar al que ha llegado hasta nosotros. Quizás, la diferencia más significativa sea la altura del pretil de piedra que puede calcularse a partir de la rueda del carro que está cruzando por el puente.

            La imagen fue tomada a comienzos del siglo XX y podría dar la impresión de que el puente estuvo siempre así. Sin embargo, hacía muy poco tiempo que había sido reconstruida la arcada de la izquierda, como podemos demostrar con otros testimonios gráficos.




            Concretamente, en el mismo archivo se conserva esta otra fotografía, de finales del siglo XIX, en la que puede verse la arcada destruida y los maderos dispuestos para facilitar el paso.



            Curiosamente, hay un lienzo de D. Baltasar González en el que aparece el mismo puente, desde otro ángulo, pero también con los maderos que sustituían a la arcada desaparecida. La obra está fechada, bajo la firma, en el año 1886, lo que viene a corroborar, con precisión, la situación en esos momentos.
            Mucho más difícil es conocer cuándo se produjo el derrumbamiento del puente. Tras una exhaustiva revisión de las Actas de las sesiones municipales, podemos saber que el puente ya había perdido un “ojo” en el siglo XVII. En 1658, se decidió reedificarlo a vecinal, pero en 1684 se adopta la decisión de cegar “el arco derruido y que pase el agua por el que está bien”.
            Las reparaciones se sucedieron en épocas posteriores y, en 1740, se decidió consolidarlo para “resistir avenidas”. A pesar de ello, en 1762, hubo de necesidad de dedicar 10 peones a “encauzar el agua que se ha desviado” y, en 1799, hubo una gran avenida o “huechada” que provocó serios daños.

            En ningún momento hemos encontrado pruebas fehacientes de que llegara a reedificarse la arcada destruida en el siglo XVII, por lo que nos inclinamos a pensar que siguió presentando el aspecto que reflejaba el cuadro de D. Baltasar González y de la foto del siglo XIX, hasta comienzos del siglo XX.




            Las “huechadas” esporádicas fueron siempre la mayor amenaza para esta obra. De ahí, que el crecimiento incontrolado de la maleza que había hasta hace pocos constituía un grave peligro. La limpieza efectuada a comienzos de la pasada legislatura y el mantenimiento ulterior mejoraron sensiblemente la situación, presentando el aspecto que ofrece esta última imagen, con la barandilla metálica que lo corona, debido al recrecimiento del tablero, sobre el que pasan conducciones de servicio, lo que en cierta medida supone un peso añadido a su capacidad portante.

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