martes, 1 de noviembre de 2016

Los pedestales o basas de la Virgen de la Peana


            Hace unos días, llamamos la atención sobre la existencia de diferentes basas o pedestales, utilizados por nuestra Patrona, y planteamos una serie de interrogantes para que, quienes siguen nuestro blog, pudieran identificar el uso que se da, en la actualidad a cada uno de ellos.

            Respondemos a la cuestión, con esta fotografía en la que aparecen dos de ellos, colocados superpuestos en el camarín de su capilla, en la colegiata de Santa María.




            El más conocido, por ser frecuentemente reproducido en las postales y estampas, es éste adornado con volutas y cabezas de ángeles. Fue encargado, en 1724, por el cabildo de la colegial, en el marco de un proceso de renovación e impulso al culto de esta advocación mariana, y costó 24 libras jaquesas. Era utilizado en la procesión del Corpus, cuando el busto de la Virgen, como los de otros titulares de cofradías, participaban en el desfile procesional, acompañando al  Santísimo Sacramento.




            El mismo año se encargó este otro “pedestal”, nombre con el que se le cita, para su empleo habitual como soporte de la imagen en el lugar donde se veneraba en la colegiata (aún no existía la actual capilla). Ahora, es el que se mantiene en la capilla, con una pequeña urna (con la imagen reducida de nuestra Patrona), durante los días de la novena y, asimismo, suele ser utilizado para su veneración el último día de la misma.



La primera peana, la de las cabezas de ángeles fue dorada en 1728. Era habitual, tanto en este tipo de obras, como en los retablos, dorarlos cuando se disponía de fondos para ello, permaneciendo hasta ese momento con la madera en su color natural. En Borja, se conserva un retablo, el de la iglesia de Santo Domingo que nunca fue dorado.

Ese mismo año de 1728, se doró y policromó la imagen de la Virgen, colocándole ojos de cristal. Para ello, en lugar de cortar la cabeza, de forma sagital, fueron destruidos los ojos originales, tallados en el busto, lo que se ha puesto de manifiesto en la reciente restauración. Al mismo tiempo, se le pusieron unas asas para facilitar el transporte de la imagen, que se ven perfectamente en la fotografía que reproducimos.




El que tiene forma de nube es una obra de finales del siglo XVIII que se encargó con un legado testamentario, de 50 libras, de la familia San Gil.

Sobre él desfila ahora la Virgen en su trono procesional, durante el Rosario de Cristal. Lo que ocurre es que, al estar rodeado de flores, pasa desapercibido y sólo es visible cuando se le despoja de las mismas, al término de la procesión.



            A todos los citados, debemos añadir este cuarto pedestal que es una obra moderna, realizada por el taller de los hermanos Albareda de Zaragoza, donde también se retocaron otros pedestales. Agradecemos a D. Leandro José Galindo Escolano y a D. Luis Sánchez Ruiz la realización de las fotografías recientes que hemos utilizado, junto con otras anteriores de D. Enrique Lacleta, así como al Dr. D. Alberto Aguilera Hernández, los datos que nos facilitado.

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