martes, 1 de noviembre de 2016

Solemnidad de Todos los Santos


            Hoy celebra la Iglesia la solemnidad de Todos los Santos y ayer, a mediodía, sonaron las campanas de la colegiata, como ocurre en las vísperas de todas las grandes fiestas litúrgicas.

            En la de Todos los Santos se recuerda a los miembros de la “iglesia triunfante” que alcanzaron ya la gloria eterna, aunque sus virtudes no haya sido objeto de una declaración expresa de santidad. Un sentido diferente tiene la fiesta de mañana, la de todos los fieles difuntos, dedicada a quienes, formando parte de la “iglesia purgante”, esperan, con la ayuda de nuestras oraciones y sufragios, el momento de su liberación definitiva. El diferente sentido de ambas celebraciones se expresa con el color litúrgico de cada una de ellas, pues mientras es blanco en el día de hoy, mañana se utiliza en la Eucaristía el color morado.





            Son días en los que nuestro cementerio, como los de todas las poblaciones, se llenan de flores, testimonio de cariño y afecto de los familiares de los que allí “duermen” (cementerio significa “dormitorio”) esperando la resurrección. Con este motivo queremos resaltar el interés del camposanto de Borja, tanto por algunos personajes allí enterrados, como por la importancia artística y arquitectónica de determinados elementos. 
    



            Sin lugar a dudas, el más importante es la capilla, debido a que, cuando se construyó el cementerio, en el siglo XIX, se utilizó para este fin el antiguo humilladero, una construcción singular que se mantiene intacta, aunque con sus arcos cegados, sin otra pérdida que la de la Cruz de Término que acogía.




            Su interior, habitualmente cerrado, se abrirá hoy para la celebración de la Eucaristía. Bajo una cúpula de media naranja, el recinto acoge tres sencillos retablos, con sus correspondientes altares. El central cuenta con un lienzo de la Piedad; el de la izquierda representa el abrazo místico de San Francisco de Asís; y el de la derecha está dedicado a las Almas del Purgatorio, como puede apreciarse en estas fotografías de Enrique Lacleta, al igual que todas las utilizadas en este artículo

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