El 12 de enero de 1712
fue asesinado en Borja, el corregidor D.
Antonio Fernández Treviño, un suceso que conmocionó a la ciudad. El hecho
hay que enmarcarlo en un momento histórico en el que, tras la guerra de
Sucesión y los decretos de Nueva Planta, Aragón había sido dividido en
corregimientos, siendo nuestra ciudad cabeza de uno de ellos que, por cierto
comprendía un amplio territorio.
Retrato de Felipe V. Salón de Reyes. Casa Consistorial de Borja (Foto E. Lacleta) |
D. Antonio Fernández
Treviño era catedrático de la Universidad de Zaragoza y había sido nombrado en
septiembre de 1711, siendo el primer corregidor que vino a reemplazar a D. Juan
de San Gil y del Arco, perteneciente a una familia de clara lealtad borbónica,
que había sido Gobernador Militar y Político de la ciudad.
Ante la gravedad de lo
acaecido fue enviado el Teniente General D. Gaspar de Ocio y Mendoza, al mando
de ocho batallones que tuvieron que ser alojados aquí y en otras localidades
del entorno, en previsión de lo que pudiera ocurrir.
Las autoridades municipales
intentaron localizar al homicida y fueron registrados los conventos, por si se
hubiera acogido a sagrado, como era frecuente. Se ofreció una recompensa de 500
escudos a quien proporcionara alguna pista fiable y se pudo encontrar la vaina
de la espada del agresor que, sin embargo, no pudo ser identificado.
Mientras tanto, todos
los miembros de la corporación vistieron de luto y dos regidores acudieron a la
casa de la viuda, Dª Antonia Nasarre, para darle el pésame. El funeral tuvo
lugar en la mañana del 15 de enero, en la colegiata de Santa María y todas las
campanas de la ciudad estuvieron doblando a duelo durante varias horas.
El 12 de enero de 1923
nació en Borja D. Alfredo Rodrigo
Ballesta. Era hijo de D. Juan Rodrigo Arlegui, que desempeñaba la gerencia
de la empresa “Fuerzas Eléctricas de Navarra”, y de Dª María Ballesta Ruiz.
Desde muy niño, destacó por su insaciable afán de saber, siendo uno de los más
distinguidos alumnos del colegio de Santa Ana, donde había iniciado la preparación
para cursar el Bachillerato, cuando un proceso meníngeo le provocó la pérdida total
de la visión en los dos ojos.
Con gran entereza supo
asumir su situación, superando todas las limitaciones. Afiliado a la ONCE
aprovechó todas las oportunidades que le brindaba para desarrollar su inquietud
cultural en las más diversas áreas del conocimiento.
Lector incansable con
el método Braille, aprendió a escribir a máquina y se relacionó con gentes de
todo el mundo con las que intercambiaba sellos. También fue un excelente
jugador de ajedrez. Pero su vida no quedó circunscrita al ámbito privado, sino
que se proyectó a toda la ciudad. Desarrolló una intensa labor apostólica en el
seno de la Congregación Mariana, de la que llegó a ser Presidente y en la
Juventud de Acción Católica, así como en las Conferencias de San Vicente de
Paul que también presidió.
Poeta y escritor infatigable,
sus trabajos aparecieron publicados en el semanario Lauro y en los programas de Fiestas. También obtuvo premios
literarios y fue Consejero del Centro de Estudios Borjanos, en el momento de su
fundación. Falleció en Borja en 1993 y, al año siguiente, le fue rendido un
homenaje con la publicación de una selección de su producción literaria, en un
libro que llevó por título Luz en la
oscuridad.
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