Santa Sinclética (siglo IV). Virgen eremita en Alejandría (Egipto).
San
Simeón el Estilita (siglo V). Fue uno de los anacoretas
que florecieron en tierras de Siria, buscando la perfección por medio de una
vida de soledad y penitencia. Simeón lo intentó ingresando en una comunidad, de
la que fue expulsado por el rigor de sus disciplinas, iniciando un camino que
le llevó a vivir durante 37 años en lo alto de una columna, de donde procede su
sobrenombre y su enorme popularidad.
San
Deogracias de Cartago (siglo V). Le tocó vivir la invasión de
los vándalos que en el 439 expulsaron al obispo de la ciudad con todos los
sacerdotes, los cuales se refugiaron en Nápoles. Allí falleció el obispo
Quodvultdeus y el emperador Valentiniano III intercedió para que se pudiera
nombrar a uno nuevo, siendo elegido el presbítero Deogratias. Cuando en el año
455 los vándalos atacaron Roma, regresaron a Cartago con numerosos prisioneros,
vendidos como esclavos. El obispo Deogratias vendió todos sus bienes para
rescatar a los que fue posible, alojándolos en dos basílicas hasta que pudo
devolverlos a Roma. Falleció hacia el año 456.
Santa
Emiliana (siglo VI). Fue tía del Papa San Gregorio Magno,
distinguiéndose por su vida piadosa en Roma y sus virtudes.
San
Convoión (siglo IX). Fundador del monasterio de San Salvador
en Roten (Bretaña, Francia) y tras su destrucción por los normandos levantó otro,
también benedictino en Plélan, donde falleció a avanzada edad.
San
Eduardo el Confesor (siglo XI). Fue rey de Inglaterra entre
1042 y 1066. Restauró el gobierno de la casa de Wessex, después del período del
mandato danés. Fue el fundador de la abadía de Westminster, siendo el único
monarca inglés canonizado.
San
Gerlaco o Gerlac (siglo XII). Fue soldado, llevando una
vida disoluta, per tras la muerte de su esposa cambió radicalmente,
peregrinando a Roma y Jerusalén. A su regreso, se estableció como eremita cerca
de Valkenburg, en la región de Limburg (hoy Bélgica), donde hizo penitencia
hasta su muerte, viviendo en el hueco de un árbol. Su fama despertó las
envidias y llegaron a acusarle de
guardar un tesoro en el interior del árbol que fue mandado cortar por el
obispo, sin encontrar el supuesto tesoro.
Beato
Rogerio de Todi (siglo XIII). Sacerdote franciscano fue
uno de los primeros seguidores de San Francisco que destacó su caridad. Tuvo
frecuentes apariciones del Niño Jesús, al que recibió en sus brazos. Fue
enviado a predicar a España, donde fundó varios conventos.
Beatos
François Peltier, Jacques Ledoyen y Pierre Tessier
(siglo XVIII). Entre las numerosas víctimas provocadas durante la revolución de
la Vendée, en la que los católicos se enfrentaron a los republicanos, se
encuentran los sacerdotes Jacques Ledoyen (nacido el 3 de abril de 1760 en
Rochefort-sur-Loire), François Peltier (nacido el 26 de abril de 1728 en Savennières)
y Pierre Tessier (nacido el 11 de mayo de 1766 en La Trinité-d’Angers), los
cuales fueron guillotinados el 5 de enero de 1794 en Angers. Junto con otros
mártires fueron beatificados en 1984.
Beato
Diego José de Cádiz (siglo XVIII). Nacido en Cádiz en 1743,
ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, llegando a ser un
excepcional predicador al que acudían a escuchar auténticas multitudes de
fieles. Autor de numerosas obras de piedad que alcanzaron gran difusión. Murió
en Ronda en 1801.
San
Juan Nepomuceno Neumann (siglo XIX). Perteneciente a la
Congregación del Santísimo Redentor, fue obispo de Filadelfia (Estados Unidos), distinguiéndose
por su labor entre los inmigrantes y la educación de los niños.
San
Carlos de San Andrés Houben (siglo XIX). Nacido en Munstergeleen
(Países Bajos), ingresó en la orden de los Pasionistas. Ordenado sacerdote en
1850, marchò a Inglaterra y luego a Irlanda, donde fundó el convento de Mount
Argus cerca de Dublín, donde destacó por su labor como confesor y la atención a
los moribundos. Fue canonizado por Benedicto XVI en 2007.
Beata
María Repetto (siglo XIX). Religiosa de la
Congregación de Hermanas de Nuestra Señora del Refugio en el Monte Calvario,
destacó por su piedad y humildad como portera de la casa de Génova.
Beata
Marcelina Darowska (siglo XX). Tras la muerte de su esposo
y su hijo mayor, fundó en Jazlowice (Ucrania) la Congregación de las Hermanas
de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, para la educación de las
jóvenes.
Beato
Pedro Bonilli (siglo XX). Sacerdote terciario
franciscano, fundador del Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia, en
Spoleto (Italia), dedicado a la educación de niñas pobres y huérfanas.
Beato Robert Grau i Bullich (siglo XX). Nacido el 14 de abril
de 1895 en Coll de Nargó, profesó como monje benedictino en el monasterio de
Monserrat, el 21 de octubre de 1917. Ordenado sacerdote tres años después,
viajó a Palestina, retornando a Monserrat donde desempeñó puestos de
responsabilidad, entre el de Prior desde 1928. Fue martirizado en la checa de
San Elías de Barcelona, falleciendo el 5 de enero de 1937.
Beato
José Mariano de los Ángeles Alarcón Ruiz (siglo XX). Nacido en
Murcia, siendo niño se trasladó a Badalona con el resto de la familia,
ingresando con 11 años en el seminario que los carmelitas tenían en
Palafrugell. Profesó en 1929, siendo ordenado sacerdotes el 11 de abril de
1936. Estaba destinado en el convento de Barcelona, del que era organista. Al
estallar la guerra civil, se refugió en la casa de su hermana en Badalona y,
posteriormente en la de sus padres, donde fue detenido el 17 de diciembre de
1936. Al intentar averiguar su paradero, el padre también fue encarcelado,
siendo sacados de la prisión en la noche del 5 de enero y llevados a Badalona,
donde fueron asesinados. Fue beatificado
en 2007.
Santa
Genoveva Torres Morales (siglo XX). Fundadora del
Instituto de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Ángeles, había
nacido en Almenara (Castellón), siendo
la menor de los seis hijos de un matrimonio humilde. Acaba de cumplir los ocho
años cuando murió el padre y tuvo que empezar a trabajar para ayudar a la
economía familiar. A los trece años, se le diagnosticó un tumor maligno en una
pierna y hubo que amputársela. Volvió a caer enferma, hasta el punto de que
tuvo que ingresar en una institución benéfica, regentada por las carmelitas,
donde permaneció nueve años. Aunque quiso ingresar en la orden, su incapacidad
física lo impidió pero, en 1911, con dos amigas fundó la Sociedad Angélica,
para acoger a mujeres sin familia. La Casa General se estableció en Zaragoza,
junto al Pilar, en la hospedería donde muchos llegamos a conocerla, poco antes
de fallecer en 1955. Fue canonizada en 2003, en un acto celebrado en la plaza
de Colón de Madrid.
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