miércoles, 6 de septiembre de 2017

Completando la colección de obras de García Bacca XVII


         A algunos de nuestros lectores puede sorprenderles el que, con tanta frecuencia, demos cuenta de la incorporación de nuevas obras relacionadas con Juan David García Bacca a nuestra biblioteca. Pero, su producción bibliográfica fue muy prolífica y abundan también los estudios dedicados a la misma. No obstante, nuestro tesón corre parejo con su incansable labor como escritor y aspiramos a reunir todos sus libros.

         Hoy damos cuenta de la recepción del volumen XV del año III de Cuadernos Americanos, editado en México en mayo-junio de 1944, en el que aparece un trabajo suyo titulado “La concepción poética del universo físico” en el que, a partir de una cita de Ortega “la metáfora es un trabajo de creación que Dios se dejó olvidado en nosotros”, plantea la hipótesis de si el conocimiento físico es también metafórico. Para él, la mitología física se encuentra en las cosmogonías de los autores clásicos, pero los que les han sucedido, llámese Laplace o Einstein, no pueden contentarse con elaborar para dominios espaciales de la física teorías nuevas, a base siempre de metáforas nuevas, sino que culmina su poder de invención con una cosmogonía, con una imagen del universo. La probabilidad es la base poética del universo físico y el número de los poetas (inventores de palabras, cuadros o teorías físicas) es un índice la potencia creadora que aún queda en ese universo. Por eso, afirma, sería desconsolador para el espíritu humano que faltaran poetas, que en física dejaran de aparecer nuevas teorías o que no hubiera ya museos de arte moderno, sino galería y claustros de arte “antiguo”.




         Xavier Serra, en su Història social de la filosofía catalana. La Lògica (1900-1980), publicada por Editorial afers en 2010, dedica un capítulo a la etapa catalana de David García Bacca. A lo largo de 40 páginas, describe su peripecia vital en aquellos complejos años de su formación científica, cuando todavía era un sacerdote claretiano que, a raíz de la Guerra Civil, decidió abandonar la orden y emprender el camino del exilio, contando con apoyos importantes y la feliz circunstancia de contar con un pasaporte en el que figuraba como profesión la de catedrático (había obtenido la de Lógica en la universidad de Santiago de Compostela), ocultando su condición de religioso. El que la mayor parte de la información proceda de la obra Confesiones, del propio García Bacca, no le resta interés para quienes quieran conocer su peripecia vital. A nosotros nos ha servido para adquirir el primer libro que publicó, que hemos localizado en Bélgica y esperamos recibir próximamente.



         También hemos recibido la obra Moradas de intérprete, publicada por el Fondo de Cultura Económica en 2007, recopilando diecisiete ensayos de Nilo Palenzuela, uno de los cuales está dedicado, en la palabras del autor, a un episodio crucial para la constitución del papel del intérprete en nuestra lengua. Fue en México, en 1942, cuando los exiliados españoles y los intelectuales mexicanos decidieron utilizar el centenario del nacimiento de San Juan de la Cruz para elegir sus textos como punto de diálogo entre poesía y filosofía. Entre los “transterrados” se encontraba precisamente García Bacca.

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