miércoles, 18 de octubre de 2017

Efemérides del 18 de octubre


El 18 de octubre de 1598 se celebraron en la colegiata de Santa María de Borja las solemnes exequias por Felipe II, fallecido el 13 de septiembre de ese año. Con ese motivo se construyó en el centro de la nave una capilla ardiente de grandes dimensiones que prácticamente ocupaba toda la anchura del templo y llegaba hasta las vidrieras. De forma cuadrangular y con escaleras hacia el presbiterio y el coro, tenía una torre en cada extremo y una central de mayor tamaño, bajo la cual se puso el túmulo cubierto con un paño de brocado con las armas reales y sobre él dos almohadones de terciopelo negro con una corona de plata rodeada de esmeraldas y rubíes. A los pies se encontraba una cruz de ébano con el Cristo de plata. Todo ello rodeado de paños negros con escudos, jeroglíficos y composiciones poéticas.
La comitiva oficial salió de la Casa Consistorial encabezada por el capitán Julián de Aguerri y los alféreces Juan Jerónimo de Aguilar, con el estandarte (pendón) de la ciudad, e Íñigo Miranda con la bandera de la cofradía de San Jorge. Seguía la gente de guerra con cajas y pífanos; el lugar de Rivas, luego Albeta y, a continuación, las cofradías de San Crispín, San Sebastián, Nuestra Señora del Rosario, y la Sangre de Cristo. Venía después el barrio de San Juan y precedidos por la cruz de la colegiata la comunidad de frailes franciscanos y los canónigos, en medio de los cuales iba el túmulo portado por Francisco de Aguilar, micer Briz, Miguel Jordán, Juan Valsorga, Jerónimo Francés y Antonio Ferro, cerrando la comitiva el Justicia y los Jurados.


Se prohibió salir a trabajar a todos los habitantes de la ciudad y asomarse a las ventanas al paso del cortejo. Todas las personas mayores de 14 años tuvieron que asistir a las exequias, vestidas con capas de luto y bonetes o sombreros negros. Las mujeres debían ir ataviadas con tocas y vestidos negros, mientras que las mozas llevaban cofias blancas y cuerpos negros, so pena de incurrir en una multa de 60 sueldos.


El 18 de octubre de 1654 falleció en Zaragoza fray Jerónimo de San José que había nacido en Mallén en 1587. Su nombre era Jerónimo Ezquerra de Rozas y Blancas, siendo hijo del notario Martín Ezquerra de Rojas, descendiente de los señores de Vizcaya, aunque la familia llevaba establecida en Mallén tres generaciones. Su madre Isabel de Blancas estaba emparentada con el cronista de Aragón Jerónimo de Blancas.
Cursó los primeros estudios en Huesca y Zaragoza, alcanzando el grado de bachiller en Artes. Posteriormente se trasladó a Salamanca, donde obtuvo el título de licenciado en Cánones y Leyes. Ante él se abría una brillante carrera pero, nada más salir de la universidad, decidió ingresar en el convento que los carmelitas tenían en la propia ciudad de Salamanca. El noviciado lo hizo en Toro y los estudios de Arte en Segovia, regresando a la ciudad del Tormes para cursar Teología y Sagrada Escritura, con lo que completó su gran preparación intelectual. Por ello, en 1626, fue nombrado cronista de la orden y, a partir de ese momento, viajó por toda la península recabando los datos necesarios para su trabajo, dedicando especial atención a las figuras de San Teresa y San Juan de la Cruz de quien publicó una biografía en 1629. Un año después editó todas sus poesías, siendo la primera vez en la que se incluyeron las “canciones que tratan del ejercicio del amor entre el alma y su esposo Cristo” a las que fray Jerónimo rebautizó con el nombre de “Cántico espiritual” con el que fueron conocidas desde entonces.
En 1635 había terminado su Historia de la Reforma del Carmelo pero tuvo muchos problemas con la censura de su orden, siendo obligado a modificar muchas partes del libro. Aceptó las propuestas que le hicieron pero, cuando en 1637 apareció la obra, el escándalo fue enorme ya que se imprimió con la redacción original. Fray José fue destituido, se le ordenó retirar todos los ejemplares y entregar las notas que tuviera. Ello influyó para que cuando, en 1638, decidió publicar una nueva biografía de San Juan de la Cruz, volviera a tener problemas y, en esta ocasión, no se le permitió revisar las pruebas de imprenta. Como consecuencia de estas tensiones y para apartarlo de Zaragoza lo enviaron como prior al convento de Gerona, aunque volvió a la capital aragonesa en 1641.

A la muerte de su hermano el jurista Martín Hernando Ezquerra de Rojas se hizo cargo de sus hijos, obteniendo del monarca un empleo para el primogénito en Italia, donde casó a sus hermanas. Para ello, acompañó a la familia a Nápoles, donde residió durante dieciocho meses, entablando relaciones con los círculos culturales de la ciudad, conocedores de la valía del carmelita y de su vinculación con los intelectuales aragoneses de la época.



De regreso a Zaragoza siguió con su labor investigadora que tuvo como fruto obras importantes como una historia del Pilar o la titulada Genio de la Historia que llegó a publicarse en 1651, tras superar nuevos problemas que hicieron mella en el ánimo de fray José hasta que falleció en el convento de San José de la capital aragonesa. Detrás dejó un ingente trabajo intelectual, aunque muchos de sus libros no llegaron a publicarse.



El Centro de Estudios Borjanos honró su memoria, en 1987, con motivo del IV centenario de su nacimiento editando una antología de sus poesías, recopilada por María Teresa Cacho, en la que se incluyó un soneto dedicado a “la villa de Mallén” su patria de nacimiento.



El 18 de octubre de 1828 falleció fray José de la Huerta que había nacido en Vera de Moncayo en 1756. Profesó en la orden franciscana de la que llegó a ser Custodio y Cronista de la provincia de Aragón.  Fue Académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y en la biblioteca de esa corporación se conserva un manuscrito firmado el 8 de julio de 1819 que lleva por título “Descripción geográfica histórica de la ciudad de Borja”, una de las aportaciones de fray José a la academia, lo que sugiere la posibilidad de que residiera en nuestra ciudad algún tiempo. Fue un hombre de gran erudición que, en 1817, había publicado en Zaragoza la obra Reyno pirenaico y condado de Aragón, proponiendo añadir diez reyes más a los identificados por Zurita.



Siendo lector jubilado tuvo que hacerse cargo de la parroquia de Tosos por decisión del arzobispo de Zaragoza, a raíz de los incidentes acaecidos en esa localidad. Al parecer se habían dado en ese lugar varios casos de posesión diabólica de los que se culpaba a la vecina Joaquina Martínez. El vicario parroquial, que era el agustino fray José de San Valero, había llegado a realizar algunos exorcismos pero el arzobispo, al tener conocimiento de lo ocurrido, consideró que todo era debido a la incultura y los problemas mentales de las inculpadas, descargando de toda responsabilidad a la citada Joaquina, a pesar del convencimiento de muchas personas que la consideraban bruja. Como primera providencia decidió reemplazar al vicario, uno de los principales responsables de la crisis que se vivía en el municipio, por fray José de la Huerta, el cual no lo tuvo fácil pues cuatro días después de ser nombrado, al celebrar la Misa mayor el 22 de enero de 1815, mientras leía el decreto por el que se prohibía la entrada en el templo de Antonia Ramos, instigadora de las denuncias, se suscitó tal griterío que fray José tuvo que retirarse a la sacristía. Sin embargo, poco a poco, logró controlar la situación y el proceso incoado se destaca que “el celo y la prudencia de este religioso fueron bastantes para tranquilizar los ánimos”.



El 18 de octubre de 1971 falleció en Borja D. Santiago Alberto Navarro que había nacido en Ansó el 21 de abril de 1904. Cursó el bachillerato en el colegio de San Felipe de Zaragoza y posteriormente se graduó como Licenciado en Farmacia en la universidad de Barcelona. Llegó a Borja en 1942, haciéndose caro de una de las dos farmacias de la ciudad, de la que fue farmacéutico titular hasta su muerte. Cuando se constituyó el Centro de Estudios Borjanos fue nombrado Consejero de Número del mismo.

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