martes, 21 de agosto de 2018

El Borja que se casó con una princesa inca


         El historiador D. David Ferrer Gómez nos ha remitido la imagen de este lienzo en el que le ha sorprendido encontrar a un miembro de la familia Borja contrayendo matrimonio con una princesa inca.

         Efectivamente en la obra se representa la boda del capitán Martín de Loyola con Beatriz de Ñusta y la de la hija de ambos Ana María Lorenza con D. Juan Enríquez de Borja, aunque la pintura tiene un carácter simbólico, dado que cuando se casó Ana María su padre ya había fallecido.
          



         El cuadro se conserva en el Museo Virreinal “Pedro de Osma” de Lima, aunque de este tema existen varias versiones, a partir de la original que fue encargada por la Compañía de Jesús para su iglesia de Arequipa.




         La primera de estas imágenes corresponde al de la citada iglesia, mientras que el segundo está en la iglesia del beaterio de Copacabana en Lima.

         La reiteración de este motivo iconográfico obedece al interés de los jesuitas por resaltar en el enlace de familiares de dos de los santos más destacados de la orden con mujeres de la nobleza inca. De ahí que, como eje de la composición aparezcan su fundador San Ignacio de Loyola, con el libro en la mano, y San Francisco de Borja que sostiene la calavera que constituye uno de sus atributos, teniendo al fondo el anagrama de la Compañía de Jesús.



         D. Martín García Óñez de Loyola era nieto del hermano mayor de San Ignacio de Loyola y se había distinguido en la conquista del Perú, siendo quien posteriormente capturó al último inca Tupac Amaru. Contrajo matrimonio con la única descendiente de Sayri Tupac, hijo de Manco Inca y de Culchima Caype, que fue el primero de los incas “rebeldes” establecidos en Vilcabamba tras la conquista. Después de la muerte de Tupac Amaru, Dª. Beatriz Clara Coya era, por lo tanto, la heredera nominal del imperio inca.

         Tras su unión con el sobrino nieto de San Ignacio le acompañó a Chile, territorio del que había sido nombrado Gobernador y donde murió, combatiendo con los indios mapuches el 23 de diciembre de 1598. Al quedarse viuda regresó a Cuzco, acompañada por la única hija del matrimonio Ana María Lorenza, que había nacido en Concepción (Chile).




         Después de morir su madre, Ana María fue enviada a España y aquí se casó con D. Juan Enríquez de Borja y Almansa era hijo de D. Álvaro de Borja y Castro y de Dª. Elvira de Almansa y de Rojas. D. Álvaro era el cuarto hijo de San Francisco de Borja, del que, por lo tanto, D. Juan era nieto.
         Nacido en Alcañices en 1573, fue Capitán General de la Armada de Barlovento y caballero de Santiago, cuya cruz luce en el traje, así como la venera en la venera del collar. Había estado casado con su prima Dª. Juana Gurrea de Aragón y Zaporta, con la que sólo tuvo una hija que profesó en el convento de Jerusalén de Zaragoza, que había fundado mosén Juan de Coloma.
         De su matrimonio con la princesa inca tuvo cuatro hijos y cuatro hijas, tres de las cuales profesaron en el convento de las Comendadoras de Valladolid.
         En Ana María además de su condición de heredera del imperio inca, recaía el señorío de la casa de Loyola. Felipe III quiso honrarla creándola I marquesa de Santiago de Oropesa, además de Adelantada del valle de Yucay, que formaba parte de su herencia incáica.
         Por lo tanto, es cierto que un Borja se casó con la heredera de los antiguos soberanos del Perú que, además era pariente de San Ignacio de Loyola. De ahí el interés de los jesuitas que, para favorecer su implantación en aquellos territorios, por resaltar la vinculación de la Compañía con la nobleza indígena. Hay que tener en cuenta que los cuadros que estamos comentando fueron pintados muchos años después de esos matrimonios a los que se refieren.
         Conviene señalar que, además de los descendientes de esta rama de los antiguos incas, existen otros muchos relacionados con ellos. El mestizaje fue algo habitual y, concretamente, el propio Francisco Pizarro se casó con una hermana de Atahualpa, Inés Huaylas Yupanqui, con la que tuvo dos hijos. Tanto a la esposa como a los niños los trató con especial cariño y ella le correspondió en circunstancias muy difíciles, pues fue quien consiguió las tropas indígenas que lograron levantar el cerco al que había sido sometida Lima por Manco Inca. Sin embargo, Inés se enamoró después de su paje Francisco Ampuero y Pizarro decidió separarse de ella, aunque no le permitió llevarse a los hijos del matrimonio. De esa unión entre la princesa inca y el paje Francisco Ampuero, desciende entre otros el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa.

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