martes, 7 de agosto de 2018

Veruela y el tesoro de Bécquer


         No hace muchos días dimos cuenta de la adquisición de un ejemplar de la revista Alrededor del Mundo, en la que se insertaba un artículo sobre Borja, como cuna de los Borgia. Esta publicación, tal como decíamos entonces, había sido fundada en 1889 por D. Manuel Alhama Montes (1857-1910), que firmaba con el seudónimo de “Wanderer”.

         No deja de ser significativo que, en el tercer número de la misma, apareciera otro artículo referido a nuestra zona. Concrétamente, el titulado “Veruela, Bécquer y el tesoro oculto”. Acabamos de adquirirlo también y no nos resistimos a reproducirlo en este blog.





         En el relata la estancia de ocho días en el monasterio de Veruela del propio “Wanderer” que había acudido allí atraido por la figura de Bécquer que, como es sabido, también residió allí durante una etapa de su vida. Quería investigar sobre la estancia del poeta en nuestra zona, aunque sus resultados “fueron difíciles y de no mucho fruto”. Las gentes que lo habían conocido eran ya mayores y “la edad había desgastado la memoria”.
         Sin embargo, aporta un dato de gran interés para nosotros como es el que Valeriano, el hermano del poeta,  se dedicaba a pintar “cuando tenía dinero para comprar colores”. Que Valeriano pintaba es un hecho bien conocido y de su producción en Veruela hay obras publicadas y reproducidas en numerosas ocasiones.

         Pero lo que no sabíamos es que, como afirma Wanderer “en Borja, en casa de un anciano sacerdote que era su amigo y que fue cura de Veruela, he visto la mejor obra suya, un retrato del dueño de la casa”. Evidentemente, lo hizo durante su estancia en el monasterio y el director de Alrededor del Mundo tuvo ocasión de verla en nuestra ciudad. Es posible que dicho retrato haya sido objeto de atención por parte de los investigadores, pero no teníamos noticia de ello, ni conocemos la identidad del sacerdote retratado.




Al final del artículo, en la tercera página de las que reproducimos, se hace eco de un rumor ampliamente difundido por entonces y que ha llegado hasta nuestros días: el que Bécquer descubrió, en las cercanías de Veruela, “una bóveda secreta en la que había bastantes objetos de valor artístico e histórico”. Según Wanderer, el poeta estuvo soñando toda su vida con aquel tesoro, intentando hacerse con él, pero su prematura muerte frustró su propósito.
No hace mucho un buen amigo nuestro, que por cierto está esperando una llamada para concretar un libro sobre el monasterio, nos volvió a hablar del tesoro, cuya ubicación había identificado. Lo había hecho antes D. Federico Bordejé, para quien el “tesoro de Bécquer” eran los escoriales de las antiguas minas de Añón, de origen romano, muy ricas en hierro y otros minerales que hasta hace poco aún podían verse. El no creía en la leyenda de riquezas artísticas, pero la lectura del artículo ha vuelto a poner de manifiesto el origen de la misma.

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