jueves, 13 de septiembre de 2018

Sobre la Rioja aragonesa


         El pasado día 6 de septiembre dimos la noticia, transmitida por D. Roberto Lahuerta Melero, de la existencia de una obra en la que se hacía referencia a la “Rioja aragonesa”, en la que se incluía a la “Comarca de Tarazona”. Manifestábamos nuestro temor de que, sin saberlo, nosotros fuéramos también riojanos.

         Inmediatamente nos pusimos a localizar el libro que, finalmente recibimos ayer. Se titula Tierras, gentes y voces. El legado del euskera riojano, del que es autor D. Eduardo Aznar Martínez, Licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad de Deusto, y en Geografía e Historia por la UNED. Fue publicado por Pamiela en 2017.





         Eduardo Aznar desciende de la cercana localidad de Fitero, siendo autor también de una reciente obra sobre el claustro del monasterio cisterciense de esa localidad, así como de Las terapias placebo.

         Pero sus trabajos se han centrado fundamentalmente en las lenguas prerromanas y, sobre todo, en las huellas de euskera. De hecho la obra que comentamos es consecuencia de la que llevaba por título El euskera en La Rioja, donde venía a demostrar que esa lengua no se circunscribía al ámbito geográfico del País Vasco y Navarra, sino también al riojano. En Tierras, gentes y voces, analiza en sus 573 páginas la huella de ese idioma en los topónimos de las localidades estudiadas.





         Estamos, por lo tanto, ante un amplio estudio filológico cuya principal objeción sería el carácter subjetivo de algunas de sus deducciones. Pero esta cuestión debe ser tratada por los especialistas en la materia.
         Para nosotros, la principal sorpresa fue la inclusión de la zona de Tarazona en esa denominación de “Rioja aragonesa” de la que nunca habíamos oído hablar. Pero, para tranquilidad de nuestros lectores debemos señalar que la comarca de Campo de Borja queda al margen de la misma, al menos en opinión del autor, por lo que, por el momento, no somos riojanos, lo cual nos tranquiliza.
         Al inicio de su obra inserta una copla de José María de Iparaguirre, en euskera que dice:

         Biba Rioja, biba Nafarroa
         arkume onaren iztarra,
         hemen guztiok aniak gara…

         que traducida significa: “Viva Rioja, viva Navarra. Con buen muslo de cordero, aquí todos somos hermanos”.
         Nosotros terminamos con una jota que nos enseñó Francisco Domínguez Pablo:

         No somos aragoneses,
         ni tampoco castellanos.
         Somos del valle del Huecha
         y nos llamamos borjanos.

         En realidad, era una adaptación de otra que se cantaba al otro lado de la Raya: “No somos aragoneses, ni tampoco castellanos.  Somos de las Vicarías y nos llamamos rayanos”, lo cual demuestra que las identidades regionales es siempre algo muy relativo, aunque no debamos dudar de nuestra condición de aragoneses.

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