lunes, 15 de octubre de 2018

Impreso no catalogado de Mallén


         En el archivo de la familia Zapata, recientemente donado a nuestro Centro, ha aparecido esta Capitvulacion y concordia qve svplica la villa de Mallen a los Señores Censalistas. Se trata de un impreso de cuatro páginas, la última en blanco, que no figura en el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español (CCPB) y, aunque no consta el impresor ni el año en que fue editado, por el texto puede deducirse que fue en 1678.
Ignoramos si se conserva algún ejemplar del mismo en el Archivo del Ayuntamiento de Mallén, pero Guillermo Carranza, en su Historia de Mallén, no lo cita, a pesar de que estudia la economía de esa localidad en el siglo XVII. Lo reproducimos aquí, dato el interés que tiene para conocer la crisis por la que atravesó la población en esa época, reflejo por otra parte de la sufrida por todo el reino de Aragón.


Siguen sin ser suficientemente estudiados el origen y desarrollo de este grave problema que afectó a todas las localidades aragonesas que algunos autores relacionan con la expulsión de los moriscos en 1610, con la guerra con Cataluña durante el reinado de Felipe IV y con la peste que asoló el reino entre 1651 y 1654. Sin embargo, en el documento comentado se achaca a “la esterilidad de los malos años que ha experimentado” y a “la calamidad de los tiempos” el no poder hacer frente a las obligaciones económicas de la villa. Parece deducirse, por lo tanto, que fueron años de malas cosechas los que provocaron el problema que afectó no sólo a esta localidad, sino “a las demás del reino”.





         Ello provocó su práctica quiebra, dado que con los ingresos recaudados no se podía hacer frente a las obligaciones contraídas, la mayor parte de ellas correspondientes al pago de los censales cargados con anterioridad.
         Lo interesante del impreso es que se relacionan detalladamente esas obligaciones contraídas con instituciones religiosas y con particulares. Entre las primeras se encontraban el capítulo de San Pedro de Zaragoza, el convento de San Francisco de la misma ciudad, la iglesia del Pilar, el convento de agustinos calzados de Zaragoza, el colegio de Vírgenes de la capital aragonesa, el capítulo eclesiástico de Mallén, el convento de la Oliva, el convento de Santa Clara de Borja y el convento de clarisas de Tauste. Entre los segundos estaban D. Francisco Guarás de Tarazona, D. Gaspar de Montesa de Tudela, D. Ignacio Orera de Daroca, D. Miguel Gil de Zaragoza, D. Diego de Villanova de Sádaba, D. Miguel Asensio de Borja, D. José de Blancas de Zaragoza, Dª. Josefa Escárate de Zaragoza, los herederos de Juan Antonio Gil de Tarazona y D. Luis Exea de Zaragoza. A ellas se unían otros pagos como el efectuado al capellán que decía la misa de alba en el convento franciscano de Mallén, el treudo perpetuo correspondiente al comendador de Mallén y otras obligaciones con la monarquía. En total era preciso pagar cada año una cantidad que ascendía a 1.477 libras, 6 sueldos y 8 dineros.
         Pero sólo se recaudaban 1.015 libras procedentes de los conceptos que se detallan: Carnicerías, hornos, prensas de vino, medida del vino, arrendamiento de aguardiente, hierbas para pastos, nieve (había por lo tanto nevera), mesón, salitre, molino de aceite, tocino y tienda del pescado. Se trataba, por lo tanto, de arrendamientos de servicios públicos en su práctica totalidad.
         La diferencia entre ingresos y gastos arrojaba un saldo negativo de 462 libras, por lo que la villa de Mallén, proponía las medidas correctoras necesarias para paliar esta crítica situación que afectaba a su concejo, dado que los habitantes de la misma tenían que enfrentarse a su vez con los gastos derivados de los diezmos y de los arrendamientos que tuvieran concertados que también estarían afectados por la crisis.

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