jueves, 28 de febrero de 2019

No hay documento insignificante


         Está comprobado que cualquier documento, por insignificante que resulte a primera vista, nos puede aportar datos de gran interés. Esto es lo que nos ha ocurrido ahora con una pequeña tarjeta de visita encontrada entre la multitud de documentos del archivo Zapata, cuya catalogación estamos a punto de concluir.

         No es la primera tarjeta de estas características que hay en él y, recientemente, dimos cuenta de otra aunque de características muy diferentes. En este caso, su diseño se ajusta a esta tipografía caligráfica, habitual en muchas de la época. Pero, su principal interés estriba en que, a través de la misma podemos recordar a la persona que la utilizó y dar noticia del grabador que la realizó, dándose la circunstancia de que ambos eran de Mallén.




         Veamos, en primer lugar, quién la utilizó cuyo nombre aparece grabado en ella “D. Francisco Zapata”. Se trataba de D. Francisco de Paula Zapata y Villanova (1773-1831), perteneciente al esclarecido linaje de los Zapata de Calatayud, establecidos en Mallén, donde había hacido el 1 de abril de 1773, siendo hijo de D. Juan Crisóstomo Zapata de Calatayud y Muñoz de Pamplona, y de Dª Magdalena Villanova y Ximénez de Embún.
         Ante de cumplir los 14 años ingresó en las Reales Guardias Españolas, como cadete de Infantería, donde alcanzó el empleo de 2º Teniente de Granaderos, participando en el Guerra del Rosellón (1793-1795) siendo herido de gravedad en dos ocasiones.

         El 11 de mayo de 1795 pasó a la compañía de Granaderos del mismo Cuerpo, ascendiendo a Primer Teniente (equivalente a Teniente Coronel) el 7 de agosto de 1800. El 4 de febrero de 1806 contrajo matrimonio, en su palacio de Mallén, con su sobrina Dª Petra de Alcántara Español de Niño y Zapata, solicitando el retiro en agosto de ese mismo año.



         Residiendo en Mallén, en el magnífico palacio que había construido su padre, le sorprendió el comienzo de la Guerra de la Independencia. Cumpliendo con su deber se presentó para colaborar en la defensa de la capital aragonesa, siendo nombrado Comandante del 2º Tercio de Voluntarios Aragoneses, al frente de los cuales luchó en la Puerta de Sancho y en la huerta de Santa Engracia durante el primer Sitio, siendo herido por una granada enemiga el 3 de agosto de 1808. Volvió al servicio activo el 8 de octubre de ese año, siendo ascendido a Coronel de Infantería.
         Durante el segundo Sitio fue miembro de la comisión militar y defendió el convento del Carmen hasta que cayó gravemente enfermo. Al capitular la ciudad, fue autorizado a retirarse a su casa de Mallén, como prisionero de guerra.
         Cuando el 11 de agosto de 1812 llegó a esa localidad D. Ramón Gayán, al mando de 1.000 hombres del regimiento de Cariñena que había levantado, con el propósito de reducir a la guarnición del castillo, se incorporó a sus fuerzas. A pesar de que la posición francesa estaba defendida únicamente por 22 soldados al mando del teniente Seurre, no pudieron rendirlos, teniendo que abandonar Mallén. El coronel Zapata no dudó en seguirlos, dejando allí a su mujer y a los tres hijos del matrimonio. El 25 de octubre se incorporó a la 2ª División Soriana que mandaba D. José Ignacio Durán y combatió en ella hasta la finalización de la guerra.
         El 23 de enero de 1816 fue ascendido a Brigadier, recompensa otorgada a todos los coroneles que habían estado presentes en el segundo Sitio de Zaragoza. Fue llamado de nuevo, en 1822 para defender Zaragoza del ataque de los realistas pero, cuando abandonaron la ciudad los constitucionalistas, decidió sumarse a la causa de Fernando VII, superando el expediente de purificación abierto a los que habían combatido durante los sucesos revolucionarios del trienio liberal.
         Caballero de Honor y Devoción de la S.O.M. de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, desde 1788, estaba en posesión de las cruces correspondientes al primer y segundo Sitio de Zaragoza.

         Falleció el 30 de septiembre de 1831, como consecuencia de una caída de caballo, con 58 años de edad.



         Al pie de la tarjeta aparece, en letra minúscula la inscripción “Marco ft” que traducido viene a decir “Marco me hizo”, lo que inmediatamente nos ha permitido constatar que se trata de Mariano Marco, un calcógrafo nacido en Mallén, en 1790, al que ya nos habíamos referido anteriormente al tratar de las memorias del general Nogués (Aventuras y desventuras de un soldado viejo natural de Borja), en la que alude a él, al trata de la llamada “Casa pintada”, situada junto al antiguo matadero a la entrada de Borja y que al general, de niño, le “parecía un palacio de hadas” y que terminó adquiriendo al final de su vida. Afirmaba D. Romualdo que en la casa vivía un “viejo jovial y estrafalario” que se tocaba con una “gorra en forma de mitra, con gran visera” y vestía calzones y chaquetón con grandes bolsillos, de los que sacaba bellotas a las que llamaba “peladillas de Tabuenca” y daba a los niños a los que “sabían a gloria”.
         Precisamente, ese anciano tenía un hijo, llamado Mariano Marco, que había sido militar en tiempos de Carlos IV, del que el general Nogués afirma: “Fue un buen grabador” que “nunca hablaba y dibujaba o escribía sin cesar”. Se trataba del autor de la tarjeta a la que estamos aludiendo. El general Nogués también tenía otra, obra de Marco, aunque no la hemos encontrado.

         De su producción artística dejó constancia Nogués: “Conozco un hermoso grabado suyo, de la Virgen de la Silla; poseo una pintura, debajo se lee: El embozado de Córdoba, célebre galán, una tarjeta y un curioso libro manuscrito, disparatado, con ilustraciones a pluma muy bien dibujadas, algunas indecentísimas. A la mayoría de las mujeres las representa sin cabeza, y por los trajes se comprende la época en que perdió la suya. Se retrató arrodillado en la santa capilla de la Virgen del Pilar de Zaragoza, y escribió al pie: El sargento Marco, de voluntarios de Aragón, oyendo misa”.





         En aquel artículo, publicado en este mismo blog, insertamos dos obras conocidas de Marco, ambas conservadas en el fondo digital de la Universidad de Navarra: un retrato de Carlos IV y una estampa de la Virgen del Pilar, ambas realizadas con esos trazos propios de la caligrafía que caracterizaban al autor.
         Curiosamente, en algunos estudios publicados sobre este grabador se afirma que era valenciano (Diccionario de calígrafos españoles de Manuel Rico y Rufino Blanco) y quienes precisan que había nacido en Mallén, señalan que murió en Valencia en Valencia en 1802 (Diccionario de grabadores y litógrafos que trabajaron en España. Siglos XV a XIX). Pero el general Nogués que conocía perfectamente a la familia dejó constancia en sus memorias de que el grabador “se volvió loco, mató a dos criadas de su padre y murió en el hospital de Zaragoza, a mediados de este siglo”. Se refiere por supuesto al siglo XIX, por lo que no murió en 1802, sino más tarde y, además, en Zaragoza. Triste final para este destacado mallenero que hemos recordado al incorporar la tarjeta que realizó para su paisano el brigadier Zapata a la relación de sus obras.

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