lunes, 8 de abril de 2019

Recorrido por los museos de Borja


         La copiosa cena del sábado y la dilatada sobremesa hicieron estragos entre los supervivientes del Congreso Internacional de Musicología que, en la mañana de ayer, tenían previsto realizar un recorrido por los museos de Borja.

         La visita se efectuó aunque con el lógico retraso que motivó el que se tuviera que imprimir un ritmo atlético para que pudieran regresar a sus destinos a las horas previamente concertadas.




         Acompañados por el Dr. D. Alberto Aguilera pudieron ver, en primer lugar, la colegiata de Santa María y, a continuación, su museo donde lógicamente prestaron especial atención a la sala dedicada a la Música.



         Allí fue D. Alberto Cebolla quien les comentó el contenido de las distintas vitrinas que, en los últimos meses, ha estado estudiando. En este sentido, todos los expertos coincidieron en la necesidad de modificar las cartelas descriptivas de las piezas ya que, en estos momentos, la mayor parte de ellas responden a una catalogación inadecuada. Lo mismo sucede con los dos supuestos bajones, ya que uno de ellos sí es un bajón, aunque de fecha posterior a la que se indica, y el otro es un fagot, lo cual no quita mérito a ambas piezas.





            Desde allí fueron al Museo de Santa Clara para conocer los tres cantorales que allí se exhiben, editados a finales del siglo XVI por el arzobispo de Zaragoza D. Alonso Gregorio. Se trata del Antiphonarium de Sanctis (1596), el Antiphonarium de Tempore (1598) y el Liber Missarum de Sanctis (1598), tres de los cinco que el prelado caesaraugustano decidió publicar ante la escasez de obras litúrgico-musicales que existían en su archidiócesis y de los que se conservan muy pocos ejemplares. Se da la circunstancia de que no existe ninguna biblioteca conocida que reúna completas tres de esas obras, como ocurre en el convento de Borja. Por el momento sólo hay otra colección similar en la colegiata de Daroca, aunque uno de los libros está incompleto.
         Posteriormente, marcharon al Santuario de Misericordia dado que algunos de los asistentes tenían mucho interés en conocer las propiedades terapéuticas de las aguas de ese hermoso lugar. Aún hubo algunos que fueron a Magallón para fotografiar la estatua dedicada a la “Pulida magallonera”, jota que, como comentábamos ayer, había sido objeto de debate en el transcurso de estos días.

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