lunes, 21 de octubre de 2019

La evolución del Patrimonio arquitectónico de Talamantes



         Estamos finalizando esta serie de reportajes dedicados al patrimonio arquitectónico de las localidades de nuestra zona y, siguiendo el orden alfabético, nos detenemos hoy en Talamantes un municipio enclavado en un lugar de gran belleza natural que se recupera del devastador incendio que padeció hace unos años. Su caserío se agolpa a los pies del castillo, aunque hubo otros dos en las peñas de Herrera que dominan el valle.




         Por Orden de 17 de abril de 2006, el castillo de Talamantes fue declarado Bien de Interés Cultural, en la categoría de monumentos. Lo era ya con carácter genérico, pero en esa fecha fue singularizado junto con más de 500 elementos de arquitectura militar en Aragón.

         Es un castillo de planta alargada, que se adapta a las características del terreno. Construido en mampostería, tiene un torreón de planta rectangular en el extremo orientado al Moncayo. De él salían dos muros que confluían en el otro lado. El que da a al valle se ha perdido pero se conserva el otro, en el centro del cual existe otro torreón rectangular, de menor tamaño. A la vista de esta imagen pudiera dar la impresión de que el castillo, por cierto de propiedad particular, se conserva prácticamente intacto.





         Pero no es así ya que, desde antiguo, todo el lienzo que da sobre la población se derrumbó. Es probable que en él hubiera otro torreón como en el del otro lado. En estas imágenes se aprecia muy bien el gran torreón cuadrangular, ahora desmochado, que protegía al castillo por su punto más débil, la cresta de la cima en la que se asienta.



         Otro monumento importante es la iglesia parroquial de San Pedro que no goza de protección específica, aunque la merecería, especialmente por los hallazgos aparecidos durante sus obras de restauración.




         Porque el estado del templo era muy diferente al actual. Es un edificio que, en el siglo XVI, sufrió una importante transformación, por causas que se desconocen, siendo elevados sus muros y sustituida la cubierta por una bóveda de crucería estrellada. Fue entonces cuando se cambió su orientación, dado que el acceso original estaba por la actual cabecera, abriéndose el nuevo por los pies, protegido por un pequeño atrio o porche.





         En esta secuencia de imágenes puede verse lo acaecido con su pequeña torre que, supuestamente, amenazaba ruina y, en lugar de restaurarla como abogábamos entonces se optó por derribarla. Durante varios años sus restos, permanecieron cubiertos con un tejadillo, hasta que el arquitecto D. Miguel Ángel Bordejé proyectó la actual que se asemeja a la antigua, aunque es de nueva construcción.




         La iglesia fue objeto de una completa restauración, en el transcurso de la cual apareció a los pies del edificio (antigua cabecera) un interesante conjunto de pinturas murales, entre las que destaca una representación del Juicio Final, con San Miguel pesando las almas. Había sido picado para enlucirlo y su recuperación, que merece la pena, está todavía pendiente.



         Sin embargo, el resto del templo presenta un excelente aspecto, a pesar de que algunos de sus retablos fueron desmontados. Tenemos pendiente la publicación de su inventario, proyecto que pretendemos retomar próximamente, junto con el resto del patrimonio artístico religioso de la localidad.




         Dentro de ese conjunto un monumento de gran interés es la ermita de San Miguel, enclavada en la desembocadura del barranco de Valdetreviño. Los más ancianos recordamos el gran olmo que se llevó la grafiosis. Siguen los cipreses y, por lo menos, la ermita ha sido objeto de especial atención por parte de los vecinos de Talamantes, dado que San Miguel es el Patrón de la localidad.




         Es un monumento medieval, con su ábside semicircular y bóveda de horno. La nave se cubre con tejado a doble vertiente soportado por arcos fajones apuntados. Tanto el interior como el exterior fueron acondicionados, aunque quedan pendientes algunos aspectos, como el de la eliminación de la antigua sacristía que afea al conjunto.




         Como en muchas localidades, también se ha restaurado el antiguo lavadero, así como su entorno, discurriendo el acceso por un paraje muy bonito.




         El interior, con las pilas protegidas por un vallado de madera, se han dispuesto una serie de paneles, como Centro de Interpretación del Parque Natural Dehesa del Moncayo que engloba también a Talamantes. Existen otros en Añón y Calcena, así como en Agramonte.




         Queremos también mencionar los dos puentes medievales existentes en el barranco de Valdetreviño, por los que discurre el camino que conduce a la ermita de San Miguel. Este es el aspecto original que presentaban. Fueron modificados y no queremos ofrecer imágenes actuales, a la espera de que vuelvan a ser restaurados.




         Finalizamos con esta fotografía de una piedra armera correspondiente a un comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén que está en la fachada de un edificio existente a la entrada de la población. La Orden fue propietaria del municipio que era cabecera, junto con Añón, de una encomienda, constituyendo uno de los pocos ejemplos de encomienda dúplice, dado que se formó por la unión de una encomienda originalmente hospitalaria, con otra templaria.

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