lunes, 11 de noviembre de 2019

Recordando a un ilustre prelado


         D. Roberto Lahuerta Melero nos ha enviado esta ilustrativa imagen de un tiempo pasado, en la que aparece el obispo de Barcelona D. Gregorio Modrego Casaus, en septiembre de 1952, bendiciendo la cruz de término de Horta. Un mes después, el 27 de octubre de 1952 se convirtió en el primer arzobispo de Barcelona, al convertirse en sede metropolitana.





         Esta cruz, situada en el barrio de Horta (distrito de Horta-Guinardó), es una de las tres que quedan en la ciudad condal. Fue destruida, como tantos símbolos religiosos, durante la Guerra Civil y, en 1952, el arquitecto D. Adolfo Florensa diseñó la actual.



         El envío de D. Roberto Lahuerta no permite recordar, una vez más, la figura de este ilustre prelado, nacido en El Buste el 17 de noviembre de 1890. Tras cursar los estudios eclesiásticos en el seminario de Tarazona, fue ordenado presbítero en 1914, siendo enviado a Roma para doctorarse en la Universidad Gregoriana. En junio de 1936 fue nombrado Obispo auxiliar de Toledo, sede de la que era titular el cardenal D. Isidro Gomá que, anteriormente, había sido obispo de Tarazona. En 1942, fue nombrado obispo de Barcelona, donde realizó una ingente labor reconstruyendo los templos que habían quedado asolados, organizando el XXXV Congreso Eucarístico Internacional en 1952 y, con ocasión de este acontecimiento, promoviendo la construcción de viviendas sociales. Allí falleció el 16 de enero de 1972.



         Aunque no lo incluimos en nuestro Diccionario Biográfico, debido a que El Buste no formaba parte del antiguo Partido Judicial de Borja, en nuestro Centro conservamos varios recuerdos suyos. Entre ellos se encuentra la excelente biografía que regaló a la biblioteca de nuestro Centro, su sobrino D. Mariano Villabona Modrego.




         Uno de los más entrañables en la obra del P. Jorge Blajot S. J. Veruela. Juventud en el claustro que adquirimos hace unos años, sin saber que había pertenecido a D. Gregorio, cuyo exlibris figura en ella. Fue sin duda un regalo del autor al obispo, dado que está lujosamente encuadernado con tapas de piel.



         En su interior encontramos, además, el recordatorio de su fallecimiento, redactado en latín, en el que se recuerdan los 24 años en los que fue pastor de la diócesis.




         Anteriormente, D. Roberto Lahuerta nos había remitido este recorte de prensa en el que se daba noticia de un hecho que desconocíamos: los preparativos de un atentado por tres miembros de las Juventudes Libertarias que se iba a perpetrar el 5 de noviembre de 1949, del que pudo salvarse el obispo, gracias a que los miembros del comando fueron detenidos por la Policía, aunque por causas ajenas al crimen que estaban preparando. Laus Deo.

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