jueves, 12 de diciembre de 2019

El Patrimonio Cultural Inmaterial de Ambel IV



         Ambel celebra sus fiestas mayores en honor a las Santas Reliquias. Se trata de una extraordinaria colección de relicarios, cuyo núcleo inicial estuvo constituido por la donación inicial efectuada por el comendador D. Pedro de Monserrat a la villa, en 1549. Sin lugar a dudas, la más importante es el Lignum Crucis, dado que los fragmentos existentes en su correspondiente relicario, proceden del existente en Caspe que, a su vez fue donado por el Papa Bonifacio IX a su amigo y consejero frey Juan Fernández de Heredia, Gran Maestre de la Orden de San Juan de Jerusalén. Aquellas primeras reliquias llegaron a Ambel el 2 de julio de 1549, acontecimiento del que se levantó acta notarial.




         Entre ellas llegó una preciosa arqueta, decorada con placas de hueso, en el interior de la cual había reliquias pero, sobre todo, recuerdos piadosos de Tierra Santa. Esta arqueta fue depositada, a manera de teca, en el altar de la capilla funeraria de los Monserrat, en la iglesia parroquial de San Miguel y el hecho debió quedar olvidado, pero únicamente por lo que respecta a esta arqueta, dado que los otros relicarios nunca estuvieron ocultos, como hemos recordado en varias ocasiones.

         Pero lo cierto es que el 29 de agosto de 1682, la localidad al igual que todo el reino, padecía una terrible sequía (fruto de algún cambio climático que por entonces los hubo y muy importantes), y los habitantes de Ambel decidieron encomendarse al Santo Cristo que preside la capilla de los Monserrat. Quizás al intentar moverlo descubrieron con gran sorpresa la arqueta oculta en la parte posterior del altar. Fue considerado un hecho prodigioso y las sacaron en procesión con la enorme fortuna de que, al traspasar las puertas del templo, comenzó a llover copiosamente. Tomaron entonces el acuerdo de celebrar ese día una fiesta en su honor, siendo consideradas desde entonces Patronas de la localidad.



         El conjunto de relicarios se guardó siempre en la propia capilla de los Monserrat, hasta su traslado, relativamente reciente, a una caja fuerte. Desde allí salen para la gran fiesta del 29 de agosto, cuya víspera se anunciaba con bandeo general de campanas.




         Las Santas Reliquias se colocaban en el retablo mayor de la iglesia parroquial y, ahora, en el de la ermita del Rosario, donde se celebra una Solemne Eucaristía, con asistencia de la corporación municipal en pleno.



         En un lateral del presbiterio se dispone la peana procesional con un ostensorio en el que están colocados los recuerdos encontrados en la arqueta que, curiosamente, son los que concitan mayor devoción.

         El traslado de las reliquias, desde su capilla al altar mayor, se efectuaba la víspera, llevando el párroco la arqueta con paño humeral a los acordes de una marcha, cantándose después la Salve, terminada la cual se ofrece en veneración a los fieles, la citada arqueta, terminando con la interpretación del Himno a las Santas Reliquias, un momento de especial emoción.




         El día 29 da comienzo con el Rosario de la Aurora y, tras la Misa, se inicia la procesión, acompañada por los danzantes que visten un traje de gran vistosidad con cascabeles en las piernas.





         Al término de la procesión tiene lugar la interpretación del paloteado o baile con palos y cintas, en los que últimamente participan varios grupos, fruto del esfuerzo de una sucesión de personas por mantenerlo vivo, la última de las cuales es Dª. Ascensión Sanjuán Sanjuán, actual responsable del mismo.





         D. Antonio Aragón Pérez publicó una obra dedicada a El dance Ambel, en la que ponía de manifiesto la antigüedad del mismo y la riqueza de sus textos. Aunque dejó de representarse durante algún tiempo, volvió a interpretarse hace unos años, con los personajes tradicionales del ángel, el diablo y el cipotegato con su peculiar atuendo y, por supuesto, los “paloteadores”, nombre con el que se conoce en Ambel a los danzantes de otros lugares.
         Por la tarde de ese día tenía lugar un Rosario con el acompañamiento de todas las peanas procesionales, así como otro que partía de la ermita, al amanecer del día siguiente.

         El sábado siguiente se celebraba la llamada “Fiesta del Pueblo”, con la misma solemnidad que la de las Santas Reliquias: bandeo general, Rosario, Misa Mayor, con asistencia de la corporación municipal y procesión del Rosario por la tarde, con la peana de las Santas Reliquias. A mediodía el Ayuntamiento ofrecía pastas y licores en la Casa Consistorial.




         Se sigue celebrando a comienzos de septiembre y además de la Eucaristía, algún año se ha programado determinados actos culturales, terminando con un aperitivo colectivo en el Salón de las antiguas escuelas.

         También se mantiene la tradicional “llega” durante la cual los paloteadores recorren las calles de la villa, recaudando fondos. Sin embargo, se ha perdido la costumbre. de plantar el mayo que se realizaba la víspera de la fiesta de las Santas Reliquias y solía ser un gran chopo donado por D. Joaquín Dusmet.



         Ambel es un municipio con una gran riqueza de tradiciones, aunque muchas de ellas han ido palideciendo en el transcurso del tiempo. Entre ellas, podemos citar las fiestas de la Santa Cruz el 14 de septiembre, en la que se trasladaba el Santo Cristo desde la ermita a la iglesia parroquial. También se celebraban las fiestas de San Miguel, titular de la parroquia y de la Virgen del Rosario, en su ermita.



         La de la Virgen del Pilar era sufragada por D. José María Dusmet y su imagen también era llevada desde el altar que tiene dedicado en la ermita a la iglesia de San Miguel. Se celebraba con Misa y Sermón, seguida por la procesión con la imagen por todas las calles del municipio.




         Una de las tradiciones más peculiares es la que tiene lugar el día 1 de noviembre, en la noche de ánimas, consistente en una procesión que parte ahora de la ermita, en dirección al cementerio, rezando el Santo Rosario. Presidida por el párroco, los participantes portan faroles y, poco después, se apagan las luces del alumbrado público.




         Al pasar por las bodegas, los niños apostados tras las calabazas artísticamente decoradas que sitúan en ellas, prorrumpen en gritos y alaridos, al paso del cortejo que finaliza en el camposanto.



         Actualmente, el Ayuntamiento organiza un concurso destinado a premiar las tres calabazas más bonitas en el que, este año, participaron cerca de 60 niños con algunas sumamente llamativas.




         Finalizamos con una referencia la belén viviente que, en la noche del 24 de diciembre se representa en la plaza de San Miguel, con la participación de un nutrido grupo de personas que interpretan diversas escenas relacionadas con el Nacimiento del Salvador.

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