sábado, 22 de febrero de 2020

Confinados en nuestra zona


         La noticia del confinamiento en Talamantes del comandante retirado D. Eugenio Esquiroz Pidou, de la que dio cuenta la prensa regional en noviembre de 1931, nos indujo a investigar sobre las razones de este hecho del que no teníamos noticia y de los motivos de la elección de esta localidad de nuestra comarca para el cumplimiento de la condena que le había sido impuesta.

         El desencadenante fue un hecho poco conocido, el del descubrimiento de un supuesto complot contra la II República, como consecuencia del cual fueron detenidos el 11 de noviembre de 1931, en la capital de España, José Antonio Primo de Rivera, el beneficiado de la catedral de Madrid D. Andrés de las Marías, y el comandante de Infantería D. Francisco Rosales.





         El periódico El Socialista, fundado por Pablo Iglesias, al dar cuenta de lo ocurrido hablaba de una “supuesta conspiración monárquica” a la que calificaba de “fantástica ingenuidad”, aunque el Ministro de la Gobernación, al informar el 23 de noviembre a la prensa, afirmó que la conspiración “más que de carácter monárquico era de carácter religioso-político contra el régimen” y que estaba en vías de organización pero que, “como ha sido dominada muy pronto, no tenía la menor importancia”.
         Lo cierto es que nadie se la tomó en serio, a pesar de lo cual el Gobierno sancionó a los que consideró implicados que eran de la más diversa procedencia. Entre ellos, además del citado sacerdote, se encontraban un fraile mercedario, el prefecto del colegio de jesuitas de Chamartín de la Rosa, militares y comerciantes.

         José Antonio fue puesto en libertad pero los otros fueron condenados a ser confinados en diversos lugares apartados de la geografía española y a algunas multas.



         A la isla de Fernando Póo fueron enviados los considerados como principales implicados, el sacerdote D. Fernando de los Ríos, el comandante D. Francisco Rosales y D. Antonio Torrejoncillo Collazo “sin profesión conocida”.




         Pero, diversas localidades aragonesas fueron elegidas como lugar de confinamiento para otros. Además del enviado a Talamantes, D. Vicente Rojo Cubillo, gerente de una fábrica de armas de Guernica, fue confinado un mes en Litago; el comandante de Infantería D. Helli Rolando de Tella Cantos cuatro meses en Ruesca (Zaragoza); y el P. Juan Campos Torreblanca S. J. un mes en Griegos (Teruel). Por su parte, el vizconde Raminares D. Alfonso Bermúdez Varela fue enviado tres meses a Buimango, localidad próxima a Ágreda.
         Cuando más tarde, tras el pronunciamiento del general Sanjurjo, hubo nuevas condenas, se eligió como lugar de confinamiento de uno de los implicados a la localidad de Purujosa. Hemos llegado a conocer a quien lo llevó hasta allí y, ante la sorpresa del militar, por haberle enviado a un lugar que, por entonces, no tenía ni carretera, se preguntaban quién conocía en Madrid la existencia de Purujosa para haberla escogido con ese propósito. No faltó quien lo atribuyera al político republicano borjano D. Honorato de Castro, lo cual no deja de ser una mera especulación.

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