martes, 14 de abril de 2020

La influencia de la peste en la obra de Shakespeare


         Estos días, ha sido frecuente el destacar las obras científicas, artísticas y literarias creadas durante periodos de confinamiento en el pasado. Entre otros casos, se ha citado reiteradamente el del escritor inglés William Shakespeare, del que afirma que algunas de sus obras teatrales más importantes fueron escritas durante una etapa de reclusión forzosa con motivo de una epidemia de peste.
         La complicada biografía del escritor impide confirmar que fuera así, pero de lo que no cabe duda es que buena parte de su vida se vio marcada por algunas de las epidemias que asolaron Inglaterra en el siglo XVI, la más importante de las cuales fue la Gran Peste de Londres a la que hicimos referencia recientemente.

         Pero es indudable que su vida se vio marcada por esa terrible enfermedad como vamos a comentar.




         Shakespeare vino al mundo el 23 de abril de 1564 (según el calendario juliano que era el 3 de mayo del nuestro) en la bella localidad de Sratford-upon-Avon que, en aquellos momentos sufría el primero de una serie de brotes de peste, en el que murió la cuarta parte de su población.



         A finales de la década de los años 90 se trasladó a Londres donde pronto destacó como actos y autor dramático, llegando a ser copropietario de la compañía que terminó siendo conocida como King’s Men, que actuaba en el legendario teatro The Globe, que aún subsiste. Aunque varios brotes epidémicos paralizaban periódicamente sus actuaciones, no se interrumpió la actividad creativa del escritor que, en esa etapa, escribió numerosos poemas, como los de Venus y Adonis (1592) o La violación de Lucrecia (1594).



Pero, en 1603, la peste volvió a hacer acto de aparición, provocando en los años sucesivos cerca de 50.000 fallecimientos, solamente en Londres.

Es, como consecuencia de ella, cuando en opinión de algunos autores el escritor vivió confinado algún tiempo, lo cual no ha podido ser confirmado.




         Lo cierto es que, a finales de 1606, concretamente el 26 de diciembre, fue estrenada la obra El rey Lear, publicada ya el año anterior. Poco antes había sido presentada otra tragedia, Antonio y Cleopatra.




De la misma época es otra obra inmortal, Macbeth, cuyos versos han sido recordados estos días, invitando a lavarse las manos, como hacía la protagonista para intentar borrar su culpa por haber participado en el asesinato del rey Duncan, perpetrado por su esposo.





No podemos dejar de recordar otra gran tragedia, Romeo y Julieta, con sus versiones cinematográficas, la inolvidable de Franco Zefirelli (1969) protagonizada por  Leonard Whiting y Olivia Hussey; y la posterior de Baz Luhrmann (1996) con Leonardo DiCaprio en el papel de Romeo y Claire Danes como Julieta.
Pues, aunque fue escrita en 1597, la peste juega un papel fundamental en el destino de ambos personajes. Como se recordará, Julieta ha bebido la pócima que le ha preparado el fraile Laurent, el cual envía un emisario a Romeo para que no se asuste, dado que está solamente dormida. Pero cuando el mensajero llega a Mantua la epidemia de peste que padece la ciudad le impide entregar el mensaje, lo que da lugar a la muerte de Romeo y al posterior suicidio de Julieta.

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