viernes, 3 de abril de 2020

Nos ha llegado una revista



         En estos días en los que el servicio de Correos adolece de graves limitaciones, la más significativa de las cuales ha sido la de distribuir la prensa diaria, nos ha sorprendido recibir el último número de la revista Príncipe de Viana, la única que nos ha llegado cuando eran muchas las que nos llegaban todas las semanas.
         Evidentemente, lo más probable que este “parón” haya sido provocado porque las entidades que las editan no las hayan mandado y que, en el caso que nos ocupa, el Gobierno de Navarra la depositara en Correos antes del inicio de la crisis y que, por razones que se nos escapan haya logrado superar los filtros impuestos a la distribución de correspondencia.

         Al reseñarla, como es nuestra costumbre, destacamos algunos de sus contenidos, entre ellos el artículo de Ekaitz Santazilia en torno a “El zaldiko del Privilegio de la Unión”. Se trata de un pequeño dibujo que aparece en una copia de ese privilegio, otorgado por Carlos III de Navarra a la ciudad de Pamplona en 1423, realizada en el siglo XVI. Representa uno de esos tradicionales zaldikos o caballitos presentes en las fiestas navarras, con la particularidad de que el portador toca una cornamusa. Comoquiera que, en otras copias conservadas, no aparece esa representación, el autor del artículo concluye afirmando que corresponde a un dibujo que, a modo de entretenimiento, realizó una persona diferente al copista del documento, de lo cual no puede inferirse que los zaldikos y las cornamusa no estuvieran en uso en época medieval, aunque el dibujo no constituye una prueba de ello, por ser del siglo XVI.
         Otro trabajo que nos ha interesado es el de Serafín Olcoz Yanguas sobre “El inexistente monasterio de Yerga y el origen del monasterio de Fitero”, en el que revisa la trayectoria de ese monasterio tan cercano a nosotros y sus relaciones con los reinos de Castilla y Navarra, así como con las diócesis de Calahorra y Tarazona, descartando que tuviera sus orígenes en ese monasterio del monte de Yerga, que nunca existió, sino que esa historia responde a una falsificación. El primer asentamiento cisterciense estuvo en Niencebas, desde donde se trasladó a Castellón-Fitero y finalmente al monasterio de esta última localidad, hasta la Desamortización.

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