sábado, 16 de mayo de 2020

Los falsos abetos en el Moncayo



         D. Juan Manuel Serrano Lacaba nos ha enviado imágenes de distintos árboles que crecen en el Moncayo, con el fin de “aliviarnos” en estos días de confinamiento en los que todavía persisten las limitaciones para desplazarnos.

         Hoy nos habla de los “falsos abetos”, entre ellos el que era denominado “abeto rojo”, aunque en realidad no lo es, pues no pertenece al género Abies, sino que es una conífera de la familia de las pináceas: la Picea abies o pícea común, también llamada pícea de Noruega o pícea europea. Es, por lo tanto, un falso abeto.




         Su hábitat natural está en los Alpes y en el norte de Europa, aunque también crece en otros países europeos. En muchos lugares es el “árbol de Navidad” por excelencia y con su madera de fabricaron los famosos violines Stradivarius.




         En el Moncayo se introdujo hace décadas, con ocasión de las repoblaciones efectuadas con especies foráneas. Allí se ha asilvestrado y es relativamente abundante en el sendero hacia el circo de San Miguel y también en el que va al collado Bellido. Junto al santuario de la Virgen hay dos muy curiosos, con tronco doble. 



         Otro árbol utilizado en la repoblación fue el llamado “Abeto de Douglas” que, en realidad, es otra conífera del género Pseudotsuga, el Pseudotsuga menziesii, que también es conocido como douglasia verde, falsa tsuga verde de las Rocosas o pino de Oregón.




         Originario de Norteamérica, se le puede encontrar desde el sur de Canadá hasta la zona central de California, en los Estados Unidos. Después de las secuoyas, es la conífera más alta del mundo, siendo habituales los ejemplares de 70 metros con un tronco de unos dos metros, aunque no faltan los que superan los 100 metros y se ha documentado la existencia de uno que superó los 120. De dilatada vida que puede llegar a alcanzar los mil años, su madera es muy apreciada.





         En el Moncayo se plantaron en el hayedo y en el robledal. Hay unos muy altos en el inicio del sendero al hayedo de Peña Roya, junto al aparcamiento. También hay al lado de la fuente del Sacristán y en la carretera, desde el inicio del desvío a Litago hasta el barranco Pedrogal o Pedregal.
Se ha asilvestrado demasiado bien, y en los tres sitios se ven numerosos “abetitos” invadiendo poco a poco el hayedo puro y el robledal. Hay ejemplares de tamaño ya considerable. Si el cierzo no los tira, es probable que alcancen una altura considerable pues ya sobrepasan a las hayas y robles más altos.





         Con el fin de favorecer su identificación que, por otra parte, es fácil, Juan Manuel nos ha remitido también esta imagen de las piñas correspondientes a cada especie, muy distintas entre sí.

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