sábado, 1 de agosto de 2020

Fajas benditas para el infante Carlos Clemente


         En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se conserva este relieve de barro cocido con el que el escultor borjano Cristóbal Salesa obtuvo en 1772 el Primer Premio en la primera oposición que realizó en la Academia. Era entonces un joven el inicio de su carrera que logró consolidar cuando, en 1777, fue nombrado Académico Supernumerario por una medalla, cuyo tema se desconoce.
         Ha sido el Dr. Aguilera Hernández quien nos ha revelado la existencia de ese relieve que figura inventariado con el nº “E-143” y cuyo título es “Pontífice armando al infante Carlos Clemente contra la infidelidad y los vicios, ciñéndole un precioso cíngulo”.

         Inmediatamente nos hemos percatado del verdadero significado de la escena representada que, en realidad, corresponde a la imposición de las llamadas “fajas benditas” al infante Carlos Clemente Antonio, el primer hijo del futuro Carlos IV, nacido el 19 de septiembre de 1771 cuando su padre era todavía Príncipe de Asturias.




         El Pontífice reinante era en esos momentos Clemente XI, razón por la cual se impuso al niño el nombre de Clemente. Como hemos puesto de manifiesto en un artículo publicado en el último número de Cuadernos de Estudios Borjanos, era costumbre que, con ocasión del nacimiento de los infantes, los Papas les regalaran las llamadas “fajas benditas” junto con un rico ajuar de recién nacido y otros preciados objetos, los cuales eran remitidos a la Corte por un legado nombrado al efecto.




         En el caso que nos ocupa fue designado para este cometido monseñor Giusseppe María Doria Pamphili (1751-1816), hijo del príncipe Giovanni Andrea IV Doria, lo que provocó cierta tensión, entre otras razones por la excesiva juventud del legado que, además, no había sido ordenado. Por esa y otras causas la entrega de las fajas se demoró en demasía, de manera que el aragonés José Nicolás de Azara, embajador de España en Roma, llegó a comentar que, cuando se le entregaran, el niño iba a necesitar calzones en lugar de fajas.
         El caso es que el legado fue ordenado sacerdote en Madrid e, inmediatamente después, consagrado arzobispo in partibus de Seleucia. Revestido ya me la dignidad necesaria, pudo proceder a la imposición de las fajas en la Pascua de Resurrección de 1773, en el transcurso de una solemne ceremonia que tuvo lugar, con el boato que caracterizaba estos actos, en el Palacio Real.
         De ahí, que el relieve de Salesa nos plantee algunos problemas. Por una parte, si la datación es correcta, en 1772 todavía no se había efectuado la imposición y, por otro lado, no fue el Papa quien impuso lo que se denomina “cíngulo”, sino su legado. De ahí que, en nuestra opinión, se trata de uno de las raras representaciones existentes de la ceremonia de imposición de las “fajas” en el Palacio Real de Madrid.

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