domingo, 1 de noviembre de 2020

Las fases de una crisis mal gestionada

         Fue hace más de diez años cuando, en un congreso internacional, el Presidente del Centro de Estudios Borjanos presentó un modelo de evolución de una situación de crisis, a partir de lo acaecido durante la toma de Buenos Aires por los ingleses, a comienzos del siglo XIX, en la que el virrey D. Rafael de Sobremonte y Núñez  dio sobradas muestras de su incompetencia.

A ese episodio histórico ya nos referimos en un artículo publicado en este blog el 29 de marzo de este año cuando la actual pandemia comenzaba a difundirse plenamente, pero es interesante recordar las fases que proponía nuestro Presidente porque, de una u otra forma, tienden a reproducirse en situaciones parecidas.


         Sintetizando mucho lo expuesto por nuestro Presidente la primera fase de una crisis mal gestionada en la negar la evidencia, descartando con razones infundadas la posibilidad de que se desencadene o, en otros casos, minimizando su gravedad.


         Cuando la realidad se impone, se inicia la segunda fase consistente en la adopción de medidas completamente desacertadas, entre otras razones porque nada se había previsto. De ahí, que las decisiones tomadas de una forma un tanto histérica sean contradictorias y, en muchas ocasiones, contraproducentes.


         Al ser superados por los acontecimientos, se pasa a una tercera fase en la que el abatimiento se impone tanto entre las autoridades como entre la población, llegándose al convencimiento de que nada se puede hacer y aceptando con una resignación que va más allá de lo razonable el fatídico desenlace.


         Pero, como ha ocurrido en la mayoría de los casos, tras una crisis de estas características, se desencadenan las revueltas sociales que pueden terminar en una revolución.

         Evidentemente, todos los casos no son equiparables pero los recientes altercados que ya se han dado en algunas ciudades españolas han despertado nuestro interés, no tanto por las motivaciones que los han desencadenado, sino porque pueden ser un aviso sobre otras de mayor entidad en el caso de que la situación empeore a consecuencia de una crisis económica.

         Todo ello, sin olvidar que todos los momentos de inestabilidad conducen a reestructuraciones de la situación geoestratégica internacional de consecuencias imprevisibles.





 

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