lunes, 23 de noviembre de 2020

Una poesía inédita de Maximino Cano dedicada a Borja

         Entre una serie de documentos que recientemente han sido depositados en el Centro, hemos encontrado una octavilla en la que aparece mecanografiada una interesante composición poética que, inmediatamente, llamó nuestra atención.


         Pero, su importancia se acrecentó al percatarnos de que su autor era Maximino Cano, estando datada en Borja en 1916. Nos encontramos, por lo tanto, ante una obra posiblemente inédita de este personaje cuya relación con nuestra ciudad ignorábamos.


         De Maximino Cano Gascón no hemos encontrado ningún retrato pero es bien conocido que nació en Huesca en 1892. Cursó la carrera de Magisterio, graduándose en 1910, siendo su primer destino la escuela de Maleján. Es posible incluso que residiera en nuestra ciudad, dada la escasa distancia existente entre ambos municipios, pero en cualquier caso, llegó a enamorarse de esta tierra, hasta el punto de escribir un canto a Borja que nos ha impresionado y en cuya estrofa final declara con pasión: “Mi alma orgullosa dirá siempre al mundo: Yo fui de la hermosa ciudad el poeta. ¡Yo fui su juglar!”. La reproducimos al final y tenemos el propósito de editarla, ya que ha pasado desapercibida en nuestra ciudad.


         Fue amigo del también oscense Ramón Acín Aquilué (1888-1936) que fue quien ilustró la portada de su poemario El primer amor, publicado en Huesca en 1920. Incluía poemas de resonancias modernistas y relatos. Hemos intentado sin éxito conseguir un ejemplar para comprobar si en él aparecía este canto a Borja, pero en la Fundación Ramón Acín, conservan el libro, en el que no creemos que figure. Si eso fuera así, se trataría de una poesía inédita. Ramón Acín le ayudó posteriormente en sus innovadores proyectos educativos.



         Porque, tras ejercer en varias localidades de la provincia de Huesca, unas disputas familiares relacionadas con la herencia de su padre, le llevaron a iniciar un peregrinaje por diversos lugares de España: Campillo (Málaga), Sanlucar la Mayor (Sevilla), Caravaca (Murcia) y Lechago (Teruel), hasta que, en 1930, llegó a La Huerta, una aldea de Las Hurdes que, en aquellos momentos, era una de las comarcas más deprimidas de España.


         Para entonces había entrado en contacto con las ideas del gran pedagogo comunista francés Célestin Freinet (1896-1966), difusor de un revolucionario método de enseñanza inspirado en el krausismo y el marxismo que fomentaba la participación de los alumnos.


         Maximino Cano las puso en marcha en Las Hurdes, llegando a crear unos periódicos escolares que editaban sus alumnos en una pequeña imprenta que posiblemente había sido financiada por Ramón Acín.


         En 1933, fue trasladado a la escuela de Montijo y allí coincidió con Juan José García Martínez de Tejada, cuya colaboración fue decisiva para la difusión del método de Freinet, llegando a crear otro periódico y hasta una emisora de radio.

         Pero, tras el inicio de la guerra civil, los maestros fueron detenidos y fusilados la mayor parte de ellos. Maximino se salvó gracias al decidido apoyo del párroco de Caminomorisco y de los vecinos de La Huerta.

         En 1940 pudo volver a ejercer la profesión en esa localidad. Durante la guerra falleció su esposa, a la que había conocido en las Hurdes y uno de sus hijos, quedando al cuidado de otros tres. En La Huerta volvió a contraer matrimonio y tuvo más hijos.

         Su recorrido por escuelas de toda España le llevó después a Asturias y a Castilla, alcanzando la jubilación el año 1958 en Medina de Rioseco. Murió en Ponferrada en 1973. En recuerdo y homenaje a ese gran maestro, transcribimos a continuación ese excelente “Canto a Borja”:

 

¡Oh Borja querida!... Ciudad adorada

que en mágicos sueños miré con amor...

Ha tiempo quisiera mi lira olvidada,

cantar tu hermosura, tu gloria pasada,

tu vega pletórica de luz y color...

 

Tus bellos paseos, tus huertos floridos,

del plácido Huecha el sonoro crital;

la suave ambrosía de cien escondidos

jardines do instalan las aves sus nidos,

glosando romanzas de amor ideal.

 

Rubia como el oro, musa soñadora,

despierta en mi lira la dulce canción.

Y así, con tu auxilio, mis versos ahora,

dirán la hermosura de esta encantadora

ciudad que es la perla del noble Aragón.

 

Cual rica sultana dormida entre flores,

¡Oh Borja! descansas en bello jardín;

tu vega está llena de suaves rumores;

te arrullan las aves diciéndote amores,

y el río te cuenta misterios sin fin.

 

Aquellos que adoran los campos, las flores,

las claras fontanas de limpio cristal,

las frondas dormidas do sueñan amores

alegres jilgueros y mil ruiseñores

en tanto suspira la brisa estival.

 

Aquellos que gusten de hermosos paisajes,

de cielos azules cual bello zafir;

de arroyos ocultos en verdes follajes

y auroras vestidas con tenues celajes,

y suaves reflejos de sol al morir

que vengan a Borja. Verán la armonía

que tiene su vega, su rico vergel;

sus huertos do vive la eterna alegría;

del alto Moncayo la cumbre bravía...

Paisajes que dieran la gloria a un pincel...

 

Los montes poblados de mil olivares;

los campos vestidos de verde color;

las claras fontanas entre los millares

de ricos viñedos, veredas, cañares,

molinos, praderas y nidos de amor...

 

¡Oh Borja adorada!... Ciudad silenciosa...

Ya calla mi lira su pobre cantar...

Me vuelvo al misterio... Mi alma orgullosa

dirá siempre al mundo: Yo fui de la hermosa

ciudad el poeta. ¡Yo fui su cantor!








 

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