miércoles, 13 de enero de 2021

Sangrías contra la gripe

 

         La gran pandemia de la mal llamada “gripe española”, porque comenzó en los Estados Unidos y la trajeron a Europa los soldados que intervinieron en la I Guerra Mundial, desconcertó a los médicos del momento ya que, como ha ocurrido en otras ocasiones, desconocían prácticamente todo sobre el agente causal, sus mecanismos de transmisión y la manera de combatirlo. De ahí que en Borja recurrieran a un procedimiento de dilatada tradición en la Medicina como era el de las sangrías, que no sólo no beneficiaban al enfermo, sino que contribuían a debilitarlo. A pesar de ello, la gente se aferraba a ello con auténtica devoción y protestaba porque no se le practicaban a tiempo.



         La sangría cuya justificación estaba basada en la llamada teoría humoral, pretendía recuperar el equilibrio entre los humores del organismo, eliminando los perniciosos a través de la sangre extraída. Ello podía hacerse mediante flebotomía, con una incisión en las venas del brazo u otras, o bien por medio de sanguijuelas que se aplicaban a la piel.

         Pero, en el caso que nos ocupa, se recurría a las ventosas. Ya vimos en el artículo anterior que los afectados de Borja se quejaban de que había pocas en nuestra ciudad. Aunque su uso ha llegado hasta nuestros días (las hemos visto prescribir) y son frecuentes en la medicina tradicional china y en la alternativa, algunos de nuestros lectores posiblemente no las conozcan.



         Se trata de unos recipientes de vidrio, como si fueran vasos en los que se introduce un hisopo encendido para calentar el aire de su interior. Inmediatamente se aplican a la piel y, al enfriarse, producen un efecto de succión dando lugar a la salida subcutánea de sangre. Hay ventosas que disponen de una llave a través de la cual se extrae mecánicamente el aire, sin recurrir al hisopo encendido.


         Las consecuencias son la aparición de unos hematomas, más o menos espectaculares, con la sangre acumulada bajo la piel, como se pretendía.


         Pero esta técnica que, en principio puede sorprendernos ha hecho su irrupción en el mundo del Deporte, especialmente desde que la popularizara Michael Phelps, el gran campeón olímpico de natación.



         No es extraño, desde entonces, ver a deportistas con hematomas circulares como consecuencia de la aplicación de esta técnica que, según afirman sus defensores, tiene efectos beneficiosos para prevenir lesiones y ayudan a la recuperación aumentando el flujo circulatorio. Ni que decir tiene que otros autores consideran que se trata, más bien, de un efecto placebo y que su empleo entra dentro del terreno de la pseudo-ciencia, aunque no existen los suficientes estudios científicos para decantar estas opiniones.

         Lo único cierto es que, en el caso de la gripe, las ventosas no curaban, sino que contribuían a agravar la situación de los afectados.






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