miércoles, 17 de febrero de 2021

Preocupación por el principal lavadero de Borja

 

         Fue en septiembre de 2012 cuando dedicamos un extenso artículo al principal lavadero de Borja que hoy podemos completar con nuevos datos e información sobre su preocupante situación actual.

         El 2 de noviembre de 1889, el semanario local El Trabajo insertó en su primera página un extenso artículo en el que demandaba la urgente necesidad de construir un lavadero en nuestra ciudad. Hasta ese momento, quienes tenían que lavar se desplazaban hasta la llamada “Callejuela”, a orillas del río Sorbán, donde había unas losas a los lados para facilitar esa tarea.

         “Pocos pueblos hay en España, y de la importancia del nuestro seguramente no habrá ninguno, que deje de tener un lavadero donde, sin temor a las crudezas del tiempo, pueda lavarse la ropa de sus habitantes”, decía el periódico, proponiendo la inmediata construcción de un cubierto en ese mismo lugar, levantando una pared en el lado derecho, para proteger del viento, dejando abierto el otro lado para facilitar la iluminación. Sugería también rebajar el piso para que se pudiera lavar de pie.

         No tardó mucho tiempo en acometer el Ayuntamiento esta obra tan necesaria, siguiendo prácticamente las indicaciones de El Trabajo, aunque el espacio para lavar de pie quedo reducido a un pequeño tramo.

         Llamamos la atención sobre los pilares que sostenían la cubierta inicialmente que eran cuadrangulares.


         Algún tiempo después fue necesario reforzarlos dado que resultaban insuficientes para soportar el peso de una gran estructura de madera y tejas, dándole esa forma trapezoidal con el que han llegado hasta nosotros. A la derecha de esta imagen, pueden verse los dos pequeños servicios que había nada más bajar las escaleras de acceso.



Cerrando el frente se dispuso una estructura de listones de madera con el escudo de Borja en el centro, el cual ha llegado hasta nuestros días, con ligeros desperfectos.


         Sorprendentemente y por razones que desconocemos también se ha mantenido uno de los primitivos pilares, lo que permite compararlo con los otros que, en nuestra opinión, no fueron levantados nuevos, sino que se les adosó un refuerzo a manera de contrafuerte a los anteriores lo cual, probablemente, ha incidido en su mal comportamiento, como veremos más adelante.


         El lavadero prestó servicio durante muchos años y cuando, tras la instalación del suministro de agua domiciliario, dejó ser necesario, quedó sumido en un estado de abandono. La maleza se adueñó de su interior y llegó a perder la cubierta de teja.





         Siendo alcalde D. Luis María Garriga se acometió su completa restauración, logrando salvar esta muestra de la arquitectura popular. El resultado de la intervención fue aceptable, tan sólo afeada por esas horribles protecciones metálicas que se colocaron posteriormente y la red de gallinero que cerró exteriormente los vanos que dan a una propiedad privada.




         Pero la supervivencia del lavadero está amenazada debido a que algunos de sus pilares muestran grietas provocadas por el peso de la cubierta, algunas de cuyas cerchas se han curvado. Ya lo señalamos hace ocho años y nada se hizo para corregir este problema que puede provocar un derrumbamiento en un momento determinado.


         Pero hay otros problemas de mantenimiento que pueden pasar desapercibidos. Por supuesto, uno de ellos es el de las pintadas que, en este caso, fueron borradas toscamente, como se aprecia en esta imagen reciente en la que hemos señalado con una flecha roja el lugar donde se podía lavar de pie, ahora cubierto con tierra, pero perteneciente al complejo del lavadero.




         En muchos lugares se ha desprendido el revoco que se dio al muro lateral. Quizás no era la mejor solución debido a la humedad, pero lo cierto es que falta ya en varias zonas y en otras los fragmentos caídos dan una sensación de abandono.



         Lo mismo ocurre con los puntos de iluminación, sin bombillas algunos de ellos y rotos otros, por razones que sólo pueden ser achacadas al vandalismo con intención de dañar, dada la altura a la que están situados.



         Lo mismo puede decirse de la basura acumulada en determinados lugares. Concretamente cartones y envases arrojados en la zona del fondo, aunque en general el estado de limpieza es aceptable.

         Salvo el caso de las fisuras en los pilares que requieren el estudio de una solución adecuada que puede ser la de colocar unos puntales metálicos paralelos, el restos de las deficiencias observadas son fácilmente subsanables.











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