jueves, 18 de febrero de 2021

Pulvis erit

 

         Con la celebración ayer del Miércoles de Ceniza la Iglesia inició la Cuaresma, un tiempo penitencial que precede a la Semana Santa y a la gran Pascua de Resurrección, el momento culminante del año litúrgico.

         Frente al rigor del pasado, el carácter de este tiempo ha ido diluyéndose, a diferencia de lo que ocurre en otras religiones, que también tienen períodos semejantes. De hecho el ayuno obligatorio ha quedado circunscrito al Míércoles de Ceniza y al Viernes Santo, aunque se mantiene la abstinencia de comer carne, todos los viernes de Cuaresma.


         El nombre de Miércoles de Ceniza alude a que, antes del ofertorio, el celebrante impone un poco de ceniza húmeda sobre la cabeza o en la frente de los fieles, mientras recita la fórmula tradicional: “Pulvis eris et in pulverem reverteris” (polvo eres y en polvo te convertirás) o la más utilizada actualmente de “Conviértete y cree en el Evangelio”.


         Esa expresión referida a la fugacidad de la vida, tiene una representación muy clara en la ceremonia del Entierro de Cristo de Borja, donde dos encapuchados portan un cráneo y un plato con ceniza que quien lo lleva señala con el dedo.


         Ese recuerdo ya estaba presente en otras ceremonias de la antigüedad clásica, como las del triunfo de los generales romanos que mientras desfilaban entre las aclamaciones del público, llevaban detrás un esclavo que continuamente les recordaba “Memento mori”, recuerda que eres hombre y no un dios, por lo que has de morir.

         Algo similar ocurría en las coronaciones de los Papas en el transcurso de las cuales eran quemadas en una bandeja unas pequeñas bolas de estopa para recordar la rapidez con la que transcurren todas las cosas de esta vida, algo que solemos olvidar con suma frecuencia.




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