martes, 9 de febrero de 2021

Sobre el cementerio islámico de La Horca en Borja

 

         Cuando aparecieron unos restos humanos al pie del monte o cabezo de La Horca, llegó a difundirse la teoría de que podían pertenecer a las personas ejecutadas en aquel lugar, lo cual era una opinión que, en modo alguno, podía sustentarse. Así lo comentamos con el arqueólogo D. Francisco Gutiérrez González, antes de que se iniciaran los trabajos de excavación.

         A pesar del topónimo, no se tiene constancia documental de que ese fuera el lugar elegido para las ejecuciones. De hecho, cuando en 1522 fueron ajusticiados dos musulmanes por el crimen cometido en la persona de la esposa del carcelero y de su hija de tres años, ambos “fueron ahogados” y posteriormente colgados en la plaza del Mercado durante un día. Luego, fueron colocados en dos horcas, para general escarmiento. Una estaba en lo alto de la Cogullota y la otra “entre la Cruz de Albeta y el cabezo de la Horca”. Por lo tanto, pensar que los cadáveres aparecidos guardasen relación con ejecuciones, pudiera hacer creer a algunos que eran muy frecuentes y que, además los enterraban allí, cuando pasado un tiempo los reclamaban sus familiares, como ocurrió con los ejecutados a los que hemos hecho referencia.

         Pensábamos y así se lo hicimos saber a D. Francisco Gutiérrez que lo más probable era que fuera un cementerio islámico y la excavación ha venido a confirmar nuestras suposiciones.


         El Sr. Alcalde ha publicado una nota informativa, muy completa, dando noticia de los hallazgos encontrados, a partir de los datos facilitados por el arqueólogo responsable de la excavación.

         Han sido once las tumbas en las que se han excavado nueve esqueletos que pueden datarse, en principio, de época taifal, a la espera de las pruebas correspondientes. Las características del cementerio son las habituales del rito islámico con las fosas lo suficiente separadas para no mezclar las tumbas y asegurándose de que la cara de cada individuo permaneciera siempre orientada hacia la ciudad de la Meca. En aquellas fosas cuya profundidad alcanzó el nivel natural de roca se conserva incluso una pequeña cueva interior que procuraba que ese rostro no fuera cubierto con la tierra.


Más interesante y llamativo ha sido el hallazgo de unos silos o basureros de tardorromana o emiral, que pueden ser datados entre los años 500 y 800 d. C. La escasa cantidad de cerámica hallada por el momento no permite más concreción, ya que el tipo de producción local habitual de la época es aún poco conocido. Aún así hay que mencionar un fragmento hallado en superficie de terra sigillata tardía, parte de un cuenco de la forma 37 que se utilizó en el siglo V y hasta comienzos del siglo VI  d. C. 



         Ayer estuvimos en la excavación, de la que ya se han retirado los restos encontrados, pero es preciso destacar el esfuerzo que viene realizando el M. I. Ayuntamiento en el ámbito de la investigación arqueológica, lo que viene a ser corroborado con el anuncio de una próxima investigación sistemática en todo el cabezo de La Horca, que viene a sumarse a las próximas actuaciones en la torre del Pedernal.


El entusiasmo que provocan estos descubrimientos ha sido la causa probable de que el redactor de la nota considere que los restos excavados corresponden al borjano más antiguo hallado hasta ahora. No es así, pues aunque el concepto “borjano” aplicado a épocas remotas es cuestionable, muchísimo más antiguos son los restos humanos encontrados en la cueva de Moncín, que también está en Borja y, ya más próximos, los de la necrópolis romana que existe y está sin excavar al pie del monte de la Corona, donde aparecieron restos que conservamos.


Se menciona también los restos encontrados en San Jorge. No es una leyenda urbana, pues los vimos extraer personalmente y restos de esa procedencia decoraban un aula de colegio de Ntra. Sra. del Carmen donde a un hueso largo (un fémur) se le dio un sorprendente cometido culinario. Pero el cementerio de San Jorge fue el los nuevos convertidos, desde 1603, que antes se enterraban en San Miguel.

Como sucedía en todas partes, los cristianos se enterraban en sus parroquias, salvo los que lo hacían en los conventos, cuando disponían de capilla propia. Fueron las normas de salubridad que fueron imponiéndose las que obligaron a crear cementerios alejados del casco urbano. El primero se construyó junto a la ermita del Sepulcro y en 1821 fue rehabilitado el de San Jorge que hacía tiempo que había caído en desuso. Fue en 1832 cuando comenzó a construirse el actual que está llegando al límite de su capacidad.

Pero, respecto a los cementerios del pasado, queda pendiente el estudio de las necrópolis romanas y de las maqbara islámicas que, para una ciudad de cierta importancia como era Borja en aquellos momentos tuvo que haber alguna con dimensiones mayores que la ahora descubierta.







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