jueves, 4 de febrero de 2021

Un curioso documento relacionado con Bisimbre

 

         Hemos conseguido un curioso documento consistente en un cuadernillo con tapas de pergamino en donde aparece el título “Libro de las conferencias morales que cuestionó el clero o distrito de la villa de Aranda” que, guarda la relación que comentaremos más adelante, con la localidad de Bisimbre.


         Aunque su estado es deficiente, dado que ha perdido por humedad una parte del ángulo superior derecho de todos sus folios, sigue teniendo especial interés por el cuidado y minuciosidad que puso en su elaboración el entonces párroco de la localidad de Aranda de Moncayo D. Mariano Martínez de Mateo.



         Al comienzo del libro se inserta el decreto impreso por el que el arzobispo de Zaragoza ordenaba a todo el clero de la diócesis el restablecimiento de las conferencias morales, dictando las normas por las que las mismas debían regularse y la obligación de crear un libro en el que quedaran reflejadas las celebradas, quién las impartió y los que faltaron a ellas.

         El decreto fue firmado en Bisimbre el 22 de mayo de 1827, cuando estaba efectuando la Visita Pastoral a esa parroquia. Así se hace constar en el mismo que es un documento que, por sí solo, ya es interesante, dado que el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español sólo aparece reflejado un ejemplar existente en el Palacio Episcopal de Segovia, algo llamativo pues tuvo amplia difusión.


         D. Bernardo Francés Caballero (1774-1843) había sido obispo de Urgel, sede para la que había sido promovido por su íntimo amigo el rey Fernando VII. Decidido partidario del absolutismo se exilió en Francia durante el trienio liberal y, en 1824, fue nombrado arzobispo de Zaragoza donde procuró la reforma de las costumbres del clero y el incremento de su formación, persiguiendo a aquellos sacerdotes que destacaban por sus ideas liberales, razón por la cual en 1835 se desencadenó un motín, como consecuencia del cual volvió a exiliarse en Francia donde permaneció hasta su fallecimiento. Antes de su salida se había convertido en ferviente partidario de la causa carlista.


         Otra curiosidad del libro es esta página decorada con un ingenuo dibujo, realizado por D. Manuel Ramón Lastiesas que sucedió como párroco a D. Mariano Martínez el 6 de mayo de 1832,

         En el dibujo se intenta reflejar el espíritu de esas conferencias morales concebidas como método de formación permanente para el clero. Debían celebrarse tres días al mes, dedicando dos a cuestiones morales y una a liturgia y rúbricas.

         A ellas debían asistir todos los clérigos de un distrito que, en el caso de Aranda, eran los radicados en la localidad más el párroco de Pomer. Cada uno de ellos debía encargarse de una conferencia a la que los restantes tenían que presentar cuestiones que fueran objeto de aclaración o debate. Por poner un ejemplo, en la primera de las que recoge el libro se planteó el tema de si son válidos los sacramentos administrados por un sacerdote en pecado mortal “con perseverancia en él”.

         Se debía atender también con especial cuidado al estudio de las rúbricas establecidas para la correcta celebración de las funciones litúrgicas, incluyendo el Santo Sacrificio de la Misa, los Sacramentos o el Oficio Divino.

         Las conferencias morales no eran una iniciativa del arzobispo, dado que gozaban de una dilatada tradición en la Iglesia, pero lo que intentaba era restablecerlas tras años de abandono, constatando la falta de preparación de algunos sacerdotes.

         El celoso arzobispo recordaba en su decreto “¡Cuántos sacerdotes purgarán acaso muchos años en el fuego los minutos que robaron a la celebración del Santo Sacrificio de la Misa!” y ¡Quién sabe, si una Eternidad de tormentos será la pena con que se castigue el desprecio habitual de las Sagradas Rúbricas desantendidas...!”.

         Conviene recordar que las conferencias morales como instrumento de formación continuada del clero continuaron celebrándose en muchas diócesis hasta el Concilio Vaticano II, tras el cual fueron abandonadas muchas cosas, en aras a una renovación que cincuenta años después posiblemente no ha discurrido por los cauces que se esperaba.





No hay comentarios:

Publicar un comentario