martes, 4 de mayo de 2021

La lucha contra la langosta en el siglo XX

 

         En otras ocasiones hemos hecho alusión a los devastadores efectos que ocasionan a los cultivos esas nubes de langostas que recorren los países africanos, desencadenando graves crisis de hambruna.

         Pero esta plaga ha sido también endémica de España y, de manera especial, de Aragón donde proliferaba una de sus especies más dañinas Dociostaurus maroccanus, obligando a realizar enormes esfuerzos para paliar sus efectos.

         Actualmente se atribuye al cambio climático la presencia esporádica de esta plaga en nuestras tierras, pero ya fue algo habitual en el pasado. De hecho, la devoción a San Gregorio Ostiense, considerado protector contra esta calamidad, está asociada a los episodios acaecidos en el siglo XVIII.


         Ayer la sección “Hace 100 años” de Heraldo de Aragón se hacía eco de la noticia referida a la participación del Ejército en la lucha contra la plaga, con tropas llegadas desde Huesca y Jaca.

         Esa situación de emergencia vino provocada por la plaga que asoló varios municipios aragoneses a comienzos de la década de los años 20 del pasado siglo. En Internet se pueden consultar sus consecuencias y las medidas adoptadas para combatirla.


         En nuestro archivo se conservan varios recibos del impuesto especial “jirado” por la Superioridad para recaudar fondos destinados a la lucha contra la plaga. Se trata de documentos muy interesantes dado que dejan patente la preocupación provocada por una situación que parece olvidada pero que, como la pandemia actual, puede volver a hacer acto de presencia.



         De todas formas, ya en 1915 el fotógrafo y cineasta catalán, establecido en Zaragoza, Antonio de Padua Tramullas (1879-1961) había grabado un documental en el que se veían las labores realizadas para el control de la plaga. Fundamentalmente consistían en labrar los campos donde las langostas habían depositado sus puestas y quemarlas posteriormente. Ese documental está disponible en este enlace.


         Pero había otros métodos como el empleo de “buitrones” cuando las langostas ya volaban, consistentes en unas redes con una parte en forma de embudo en las que quedaban atrapadas o sistemas más rudimentarios como el de aplastarlas en el suelo con los llamados “pisones langostinos” o rodillos como los que se utilizaban en las eras.






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