viernes, 6 de mayo de 2022

Libro ilustrado de Vicente Pascual

 

         Vicente Pascual Rodrigo (1995-2008) había nacido en Zaragoza, aunque lo asociamos con Mallén, localidad en la que sus padres tenían una confitería y donde nació su hermano Ángel, con el que creó en 1972 la Hermandad Pictórica Aragonesa.

         Fue un gran artista que residió durante varios años en Oriente, impregnándose de la Cultura y la Filosofía de aquellas tierras. Vivió después en Campanet (donde sigue su hermano) y, en 1992, se estableció en los Estados Unidos en donde su producción artística experimentó una completa transformación. En 2003, abrió su estudio en Tarazona y falleció en Utebo en 2008.


         Fue durante su estancia en Tarazona cuando, en 2006, la editorial Olifante le publicó el libro que acabamos de conseguir, titulado Las 100 vistas del Monte Interior. En recuerdo de los antiguos locos se añade en la portada y en la “Advertencia obligada” que encabeza la obra explica que constituye un homenaje a “Hokusai, y con el a los antiguos locos”.


Katsushika Hokusai (1760-1849) fue un gran artista japonés que, junto con su genialidad, destacó por su capacidad de trabajo y su dedicación a proyectos editoriales de gran envergadura. Una de sus obras más famosas fue las Cien vistas del monte Fuji, publicada entre 1834 y 1840, compuesta por imágenes de la montaña sagrada de Japón, como protagonista principal.


         En la obra de Vicente Pascual se incluyen también cien representaciones en las que utiliza dos únicos colores: el negro y el gris azulado, con los que venía experimentando “desde comienzos de este extraño siglo” (siglo XX), el negro como de humo y un óxido cálido (como si yo fuera uno de aquellos muy antiguos pintores de las cuevas). Cada imagen va acompañada por un poema del propio artista que él define como “comentarios breves, como títulos largos” que no pretenden ser obra de poeta (confiesa que no lo es) y de los que señala son plagios de autores del pasado, para terminar afirmando que “si no me sonrojo remedando penosamente a los antiguos es solo porque querría parecerme a lo que ellos, dejando de ser, fueron”.

         Como valor añadido el libro viene dedicado por el autor a “Rosi, en unos días hermosos, cristalinos en …”





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