viernes, 17 de junio de 2022

En el Parador Nacional de Chinchón

 


         Al regreso de Valencia, nos detuvimos en el Parador Nacional de Chinchón, instalado en al antiguo convento de agustinos calzados. Tras un largo recorrido soportando las altas temperaturas de estos días, el Parador resultó ser un remanso de paz en el que poder disfrutar de la tranquilidad de su claustro y de la excelente oferta gastronómica.



El primer convento de Agustinos Calzados fue fundado a finales del siglo XV por Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla en una zona próxima al castillo de Chinchón. El que ahora ocupa el Parador se construyó en torno a 1626 y, a partir del siglo XVIII, se convirtió en un centro de formación humanística, con cátedras de teología, gramática y latín. Tras la Desamortización pasó a ser la sede de los juzgados y la iglesia conventual fue empleada como cárcel.





         La situación experimentó un cambio radical cuando el entonces Ministro de Información y Turismo D. Manuel Fraga Iribarne decidió transformarlo en Parador, encargando las obras de remodelación al arquitecto D. Juan Palazuelo Peña, siendo inaugurado el 26 de junio de 1982.



         La iglesia conventual, que estaba dedicada a Ntra. Sra. del Paraíso, también fue restaurada y es actualmente la ermita de Nuestra Señora del Rosario, independiente del parador y abierta al culto.



         El intenso calor reinante nos impidió efectuar una visita más detallada a esta preciosa localidad, pero nos acercamos a su plaza Mayor, sobre la que se alza la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción y en torno a la cual se abren más de 200 balcones de madera, conocidos como “claros”, desde uno de los cuales presenciamos hace años una de las corridas que se lidian en ese peculiar coso taurino.


         Nos hubiera gustado visitar la iglesia parroquial ya que allí se encuentra uno de los principales atractivos turísticos de la localidad. El lienzo de la Asunción de Nuestra Señora, titular del templo, obra de Francisco de Goya.

 


         Situado en el retablo mayor, pudo serle encargado el infante D. Luis María de Borbón y Vallabriga XV conde de Chinchón, aunque otros autores consideran que se trató de un regalo del pintor a su hermano Camilo de Goya para el que había conseguido del conde una capellanía en la iglesia parroquial.

Sea una u otra la razón, lo cierto es que venía a resolver el problema planteado por la destrucción de la práctica totalidad de las obras de Arte de ese templo, tras su saqueo por los franceses en 1808.

         En el bastidor del cuadro hay una inscripción en la que se hace constar: “Se colocó esta pintura el día 19 de julio de 1812, siendo cura de esta iglesia el señor don José Robles. La hizo don Francisco de Goya, pintor de Cámara de S.M.D. Fernando VII”. Sin embargo, parece no ser cierto del todo lo que allí se indica, dado que la reconstrucción de la iglesia no comenzó hasta 1819, finalizando en 1828, aunque no se abrió al culto hasta 1840. Durante todo ese largo período, fue utilizada como parroquia sustitutoria la iglesia conventual de los agustinos, antes citada. ¿Fue allí donde se colocó en principio la pintura?


         Durante la Guerra Civil todas las iglesias y ermitas de la localidad fueron destruidas, siendo quemadas y profanadas sus imágenes. Algunas personas intentaron salvar las obras de Arte existentes en la iglesia parroquial, almacenándolas en la sacristía, pero de nada sirvió su esfuerzo y el templo se convirtió en garaje. Los sacerdotes y los religiosos del colegio de los Hermanos Maristas fueron asesinados y también fueron perseguidas las religiosas.

         En ese ambiente parece increíble que se salvara el lienzo de Goya, pero lo cierto es que se hizo cargo de él la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico, siendo trasladado a Madrid. Aunque no se conocen con precisión los detalles del itinerario seguido, lo más probable es que, posteriormente, fuera llevado a Valencia y desde allí a Cataluña y Ginebra de donde regresó en 1940. En 1993 fue restaurado en el Instituto de Conservación y restauración de Bienes Culturales (ICRBC), hoy Instituto de Patrimonio Histórico Español (IPHE).













No hay comentarios:

Publicar un comentario