Con
motivo de las ferias de Borja, ha vuelto a desfilar por las calles de nuestra
ciudad la comparsa de Gigantes y Cabezudos que, en la actualidad, está
integrada por cuatro gigantes y dos cabezudos. El conjunto de gigantes lo
compone una pareja de torpe factura que representa el “Rey” y la “Reina” y
otra, de elaboración más cuidada que está constituida por el “Hada” y el
“Nigromante”.
Esta
última es de reciente incorporación. Fue, a comienzos de 2011, cuando la prensa
regional dio la noticia: “Borja recupera los primeros gigantes de su comparsa,
construidos en 1889”. El máximo responsable de la corporación municipal, en
aquellos momentos, afirmaba que los viejos gigantes habían
sido localizados en el almacén municipal “entre trastos y materiales de obra”.
Tras el feliz hallazgo, el ayuntamiento decidió restaurarlos en el taller
madrileño de Higinio Iglesias, para que recuperaran el aspecto original que
tenían en esa fecha lejana de 1889, cuando fueron fabricados por iniciativa de
D. Baltasar González, con motivo del I Centenario de la Virgen de la Peana. El
proyecto, cuyo presupuesto ascendió a 7.882 Euros, culminó con éxito aunque con
un pequeño problema, los gigantes “encontrados” no eran los del siglo XIX, sino
muy posteriores, como intentaremos demostrar.
Este
es el aspecto original que presentaban los gigantes de 1889, en una fotografía
de la época en la que incluso aparece el propio D. Baltasar González, autor del
proyecto, en colaboración con D. Manuel Urchaga, al que se define en algunas
informaciones como dorador, siendo además conocido pintor, con taller en la
plaza de España y que, por otra parte, era el abuelo de la persona que da
nombre a nuestro campo de fútbol, D. Manuel Meler Urchaga.
Fueron
los primeros que hubo en Borja y se estrenaron en las fiestas del Centenario,
todo un acontecimiento ciudadano, en la que aparecieron acompañados de los
cabezudos la “Morica” y el “Berrugón”, del que las crónicas de la época destacaban
el parecido con un personaje borjano.
En
fecha no determinada, esos gigantes fueron transformados en “Rey” y “Reina”.
Así aparecían en la primera versión de Nobleza
Baturra. Uno y otro lucen nuevas vestiduras y el Rey se toca con corona y
lleva barbas de pelo natural, mientras que la reina usa peluca y. curiosamente,
no ciñe corona. Que son los mismos, es evidente. Basta fijarse en las
características manos del rey, grandes y huesudas, así como en los pronunciados
pómulos de su rostro. Por otra parte, en la reina destacan los brazos
descubiertos que ya aparecían en el “hada”.
A
lo largo de la historia de estos gigantes, el vestuario se les modificó en
varias ocasiones. En principio, la reina siguió sin corona, como aparece en la
fotografía superior en la que luce una peluca con moño, aunque ya la lleva en
la segunda.
También
desfilaron con este otro aspecto, en el que el rey ceñía una espada al cinto.
Pero, a pesar de todos estos cambios, los gigantes seguían siendo los mismos.
Para identificarlos, hay que fijarse en las manos del rey y en el hecho de que
el pelo de ambos es “natural”.
Fue
en 1955 cuando se renovaron los gigantes. Acababa de tomar posesión un nuevo alcalde y, en el programa de las ferias de ese año, se hacía
constar que, a las doce de la mañana del día 21 de septiembre, tendría lugar el
Pregón anunciador con participación de “la nueva comparsa de gigantes y
cabezudos”. Lo nuevo eran los gigantes que se hicieron a imagen de los
anteriores, aunque ya no llevaban pelo “natural”, sino troquelado en las
cabezas. El rey aún llevó unos años espada que, más tarde, quedó pronto quedó
arrumbada en el almacén municipal que existía en el antiguo convento de
dominicos, sobre el que había otras dependencias donde ensayaba la Banda de
Música. A la comparsa de cabezudos, integrada por los dos tradicionales, vino a
sumarse “El Rana” que era definido como el segundo hijo de los gigantes y cuyo
“bautizo” se efectuó otro día de esas mismas fiestas.
Este
era su aspecto en su última época, poco antes de que fueran sustituidos por
otros que se hicieron en 1981.
Estos
gigantes, más toscos como antes hemos señalado, tenían la ventaja de que su
estructura interior era de aluminio, por lo que su peso era mucho menor y, por
lo tanto, resultaban más manejables.
Son los que todavía forman parte de la comparsa, habiendo
sufrido, durante sus 30 años de existencia, diversos repintes. El más llamativo
fue el que aparece en la fotografía anterior, con un rojo detonante en labios y
pómulos.
A
estos gigantes se les unieron en 2011, el “hada” y el “nigromante”,
supuestamente recuperados, aunque, como hemos podido demostrar, lo que se
guardaba en el almacén municipal eran los gigantes de 1955, sobre los que se recrearon los de 1889. Existe un vídeo de la
restauración en el que se ve el interior de las cabezas, donde queda
perfectamente clara que, tanto los cabellos del rey como los de la reina, son
troquelados, por lo que, en modo alguno, guardan relación con los primitivos.
Lo
ocurrido en todo este proceso viene a poner de manifiesto la fragilidad de la
memoria y la precaria documentación con la que se acometen algunas
restauraciones, pues todavía existen muchas personas que han conocido las tres series
de gigantes y podían haber señaldo el error.