El Dr.
D. Alberto Aguilera Hernández, incansable en su labor investigadora, acaba de
realizar un importante descubrimiento en torno al rollo de Borja que,
evidentemente, no es el que aparece en esta imagen, dado que corresponde al
conservado en Jaraíz de la Vera (Cáceres), pues del nuestro no teníamos
noticias hasta este momento.
En
primer lugar, conviene recordar qué eran y representan los “rollos” que suelen
asociarse al término “picota”, aunque no es exactamente lo mismo. La picota es
una pena regulada ya en los antiguos códigos medievales y consistía en la
exposición pública de los condenados a ella, durante un determinado número de
horas (no demasiadas) en un poste situado en un lugar concurrido, al que se
ataba el cepo donde era sujeto el reo. A la vergüenza inherente a esta
exposición pública se unían las burlas de los viandantes e, incluso, el
lanzamiento de determinados objetos por parte de la chiquillería, por lo que
algunos preferían otro tipo de castigo antes que someterse a esta humillación.
Según algunos autores que han estudiado estas cuestiones, como Luis Iglesias
Rábade, la picota había caído en desuso a mediados del siglo XVI, siendo
sustituida por la pena de “correr la villa”, consistente en llevar al condenado
sobre un serón por las calles de la población, emplumado a veces, sometiéndolo
al reproche y puyas de los vecinos.