Refiere el tantas veces citado general Nogués, en su obra Cuentos, dichos, anécdotas y modismos aragoneses, publicada en 1885, que, en el convento de Santa Clara de Borja, había una religiosa llamada Sor Juana Pellicer.
Cuando, en 1868, se produjo el derrocamiento de Isabel II, como consecuencia de la revolución a la que se dio el nombre de “La Gloriosa”, acudieron al convento a comunicarles lo ocurrido, ante el temor de que pudiera tener consecuencias para las religiosas, como había sucedido en el pasado.
Al enterarse de ello, Sor Juana muy afectada exclamó “¡Estos disgustos me van a acortar la vida!”. Hacía ya tiempo que había cumplido los 90 años.
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