Tradicionalmente,
hemos venido manteniendo que las capillas existentes en el claustro de la
colegiata de Santa María de Borja habían sido construidas por las distintas
cofradías de la ciudad, a partir del siglo XVII. Sin embargo, tras las
investigaciones efectuadas por D. Alberto Aguilera esta afirmación se ha
revelado falsa.
En el siglo XVI ya se
edificaron varias. La primera fue la que ahora está dedicada a San Isidro, pero
poco después se levantó la del Descendimiento, en este caso rompiendo los muros
de una panda del claustro, por lo que, cabe deducir, que el aspecto original
del mismo se mantuvo durante un corto período de tiempo.
Hoy
publicamos una serie de fotografías de Enrique Lacleta sobre la capilla de San
José, la cual se ha vinculado, habitualmente, a la cofradía que, bajo la misma
advocación reunía a carpinteros, cuberos, torneros, herreros, albañiles y
hojalateros. Ha sido el citado historiador quien ha localizado en el Archivo de
Protocolos Notariales el instrumento de fundación de la misma, fechado el 24 de
abril de 1625. Se trata de una concordia entre el cabildo de la colegial y
cinco vecinos de Borja, todos ellos relacionados con el sector de la
construcción, entre los que destaca Domingo de Aroza menor, perteneciente a una
dinastía de albañiles y responsable de la edificación de buena parte del
convento de agustinos y de otras muchas obras citadas en un artículo que se
publicará próximamente. Su padre, también llamado Domingo de Aroza había sido
el autor, junto con Gonzalo Cisneros de la celosía existente en la antigua
iglesia parroquial de San Miguel, actual Museo Arqueológico, por lo que hay que
rechazar la condición de moriscos que algunos autores atribuían a los
responsables de esa importante obra.
Al
fundarse la cofradía, el cabildo le cedió una capilla preexistente en el
claustro, bajo la misma titularidad. Asimismo, les concedió un patio anexo para
edificar la sacristía y un lugar frente a la capilla para hacer un carnerario
en el que enterrar a los miembros de la misma.
Poco
después acometieron obras de ampliación. Conocemos que, en 1629, el
ayuntamiento se opuso a que las mismas invadieran la calle contigua, invitando
a que se alcanzara un acuerdo con Miguel de Funes, para que les cediera un
trozo de la huerta qe tenía en aquel lugar.
Hacia
1642 se encargó el actual retablo, cuyos lienzos fueron realizados por Jacinto
Navarro, un modesto pintor vecino de Mallén. Para realizar la imagen central le
entregaron, como modelo, una estampa que Alberto Aguilera ha identificado como
un grabado del alemán Johann Heinrich Löffler. En ella aparece la Sagrada
Familia y, sobre ella, la Santísima Trinidad.
La
escasa competencia del autor se pone de manifiesto en la forma en que fue resuelta
la escena y en detalles como el perceptible “arrepentimiento” que se advierte
en uno de los brazos de San José, dando la impresión de que el Santo Patriarca
posee tres. A pesar de ello, Navarro realizó otras obras en nuestra ciudad,
concretamente en la iglesia de San Bartolomé, en el convento de agustinos y en
la propia colegiata.
El
rejado original de la puerta, que no es el actual, fue realizado, en 1643, por el albañil Miguel
de Araiz, un curioso personaje implicado en varios delitos, entre ellos un
asesinato llevado a cabo en 1624.
Finalmente,
en 1647, se construyó la sacristía, siendo sus autores Miguel de Aroza y
Domingo Ibáñez. Miguel era el segundo hijo de Domingo de Aroza mayor y su
biografía ha podido reconstruirse. Sin embargo, de Domingo Ibáñez los datos son
mucho más escasos.
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