Hace
unos días, en un artículo publicado en este blog, hacíamos referencia a los
descendientes americanos de San Francisco de Borja, la única rama de esta
familia que ha tenido continuidad histórica, por línea de varón, ya que en
España se extinguió en el siglo XVIII.
En ese mismo artículo señalamos la existencia de otras
familias, sin ninguna relación con los Borja valencianos, que utilizaron el
mismo apellido. Desde hace tiempo, venimos recopilando informaciones sobre
distintos personajes que hicieron uso de este topónimo como elemento de
identificación. Hasta ahora, ninguno de ellos eran anterior al siglo XIV.
Sin
embargo, ha sido a través de la obra Boquiñeni
en la Historia, publicada por D. José Luis Almau Supervía, donde hemos
tenido conocimiento de un caso significativamente temprano.
Hacia
1129, el rey Alfonso I el Batallador había concedido a un personaje, llamado
Miro Pedro, la iglesia de Gallur con sus “honores de Boquiñeni y Luceni, y la
de Razazol”, señalando que las mismas habían sido repobladas y edificadas por
dicho señor, poco después de su reconquista, “para que las tengas y poseas tú y
tu posteridad, permaneciendo y sirviendo allí a Dios y a dichas iglesias”.
La
profesora Ledesma Rubio identificaba al citado Miro Pedro con Pedro Mir de
Entenza, señor de Benabarre entre 1125 y 1137, que había acompañado al monarca
en la conquista de Zaragoza y las tierras de nuestra zona.
Sin
embargo, en 1148, el obispo de Zaragoza D. Bernardo concedió a la Orden del
Temple las iglesias de Razazol y Boquiñeni y, tres años después, Ramón
Berenguer IV, como Príncipe de Aragón, otorgaba a los templarios el señorío
sobre Boquiñeni. Este provocó un contencioso entre el Temple y D. Miro que tuvo
que ser sustanciado mediante la intervención del obispo de Zaragoza.
En
1157, se alcanzó un acuerdo, en virtud del cual, D. Miro mantendría en su poder
las heredades que reclamaba y, a su muerte, pasarían a poder de la Orden. Entre
los testigos que aparecen citados en el documento figura un nieto de D. Miro,
llamado Martín de Borja que, también, aparece en la ratificación de la
concesión a los templarios de las iglesias de Novillas, Boquiñeni y Razazol,
otorgada el 10 de junio de ese mismo año por el obispo D. Pedro de Torroja que
había sucedido a D. Bernardo en la sede cesaraugustana en 1152.
Este
Martín de Borja es, por el momento, la primera persona conocida que utilizó
como apellido el nombre de nuestra ciudad. Es muy difícil que existan casos anteriores,
teniendo en cuenta la fecha de la reconquista de Borja en la que, como hemos
señalado, participó su abuelo y en donde pudo establecer su residencia su
padre.
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