En nuestro recorrido
por las instalaciones del Museo Arqueológico de Borja, de la mano de D. Isidro
Aguilera, vamos a detenernos hoy en la vitrina nº 3 que, junto a la nº 4, está
dedicada a la Edad del Bronce. La particularidad de esta tercera vitrina es que
hace referencia a una serie de importantes yacimientos de esa cultura que se
agrupan en la unidad geográfica que conocemos como la Muela de Borja.
A partir de los
asentamientos al aire libre y en cuevas que se implantan durante la etapa
anterior, el Calcolítico, se produce una densa ocupación del territorio durante
la Edad del Bronce (1800-900 a.C.) que afecta a todos los rincones del mismo.
Pero entre nosotros se detecta un fenómeno llamativo que es la agrupación de
casi un centenar de asentamientos en la Muela de Borja, lo que constituye un
fenómeno singular dentro de la Arqueología prehistórica. La existencia de
algunas cuevas en los escarpes calizos, la abundancia de manantiales y la
disponibilidad de tierra llana y fértil en los Rasos y plataformas intermedias,
debieron de ser las causas que propiciaron esta densidad.
A partir del yacimiento
de Moncín que ya está habitado en el 2500 a.C. se desarrollan una serie de
pequeñas aldeas, o veces simples campamentos de agricultores cerealistas y de
pastores de ovejas, cabras, toros y caballos, cazadores de ciervos y linces,
que poco a poco van decayendo hasta quedar reducidos otra vez al núcleo
originarios de Moncín, para desaparecer definitivamente entre el 1000 y el 900
a.C. La causa de su declive hay que buscarla en una sobreexplotación de su
medio natural agravado por un empeoramiento del clima (más seco y frío) unido a
un cambio en las estructuras sociales
escala continental las que no pudieron adaptarse los habitantes de la
Muela de Borja.
En la vitrina podemos
ver una selección de objetos arqueológicos que resume la cultura material de
los poblados de la Edad del Bronce de la Muela de Borja. En la parte de atrás
podemos admirar una serie de cuencos, una olla y un trozo de tinaja en cerámica
hecha a mano, típica de aquella época. También podemos ver los útiles hechos de hueso con punzones, botones y
sierras, así como la existencia de una sencilla metalurgia del bronce de la que
podemos observar punzones y el correspondiente molde de fundición de piedra
para su fabricación, y un fragmento de cuchillo.
A pesar del
conocimiento del metal, estas gentes siguieron utilizando la piedra tanto en su
vertiente pulimentada de la que hay una nutrida muestra de hachas, azuelas y
cinceles, como tallada en sílex. En piedra tallada sus principales industrias
fueron las puntas de flecha de variadas formas y tamaños y los dientes de en
forma de sierra, con los que montaban hoces sobre mangos de madera, básicas
para su economía cerealista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario