El
artículo publicado ayer sobre el descubrimiento de un posible capitel islámico
en Borja ha suscitado interés en nuestros lectores que, en algunos casos, se
preguntan sobre las razones del reaprovechamiento de materiales de otros
edificios en nuevas construcciones. Sin embargo, esta práctica era algo
habitual y, en nuestra propia ciudad, podemos encontrar otros ejemplos. Así
ocurre, por ejemplo, en este edificio de la Planilla, sobre cuya acertada
rehabilitación ya hicimos un comentario en este blog.
En
la parte inferior de su fachada se conservan algunos sillares con marcas de
cantero, como los reproducidos en las fotografías anteriores. Es indudable que
fueron aprovechados tras la demolición de otro edificio construido en los
siglos XII o XIII que es la época en la que los maestros canteros dejaban sus
marcas en los sillares trabajado por cada uno de ellos.
Por
otra parte, son sillares de diversa procedencia, pues junto a los de piedra
caliza encontramos otros de alabastro. Precisamente, el que la rehabilitación
haya mantenido las características de la fachada es lo que nos permite
analizarlos ahora.
En
otros casos, el reaprovechamiento se producía en el mismo edificio. Así ocurre
en la colegiata de Santa María, donde los sillares de la antigua fábrica
románica fueron empleados en la construcción de un nuevo templo. Las imágenes
que ofrecemos son desconocidas para la mayor parte de nuestros lectores, pues
corresponden a un pequeño almacén del Museo de la Colegiata que está adosado al
hastial del templo, en cuya parte inferior se utilizaron los sillares de esa
iglesia románica que quedó arruinada en el siglo XIV, durante la guerra de los
dos Pedros.
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